Tamara de Lempicka, la baronesa en el templo del art déco.
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Tamara de Lempicka, la baronesa en el templo del art déco.

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«No te juntes con los tontos…se pega». Esta fue la frase más repetida por la artista Tamara de Lempicka y su modo de entender la vida y las relaciones sociales.

Cuando alguien menciona los locos años veinte, evocamos la era del jazz, las flappers, anglicismo que se utiliza para referirse al nuevo estilo de vida que las mujeres impusieron para desafiar al concepto que se consideraba socialmente correcto. Eran mujeres que usaban faldas cortas, no llevaban corsé, lucían un corte de cabello especial llamado bob cut y escuchaban jazz, música no convencional para la época, y que, además bailaban. Las flappers usaban mucho maquillaje, bebían licores fuertes, fumaban, conducían frecuentemente a altas velocidades y tenían conductas similares a las de un hombre. Vivian en la época de la prohibición, los los gánsteres, el gran Gatsby, Mary Pickford y F. Scott Fitzgerald.

Tamara de Lempicka, la baronesa en el templo del art déco.
Las dos amigas. Confidencias. Tamara de Lempicka

Los diseñadores y arquitectos también recuerdan los años 20 en el edificio Chrysler, el transatlántico de lujo Normandie y en el interior del Radio City Music Hall.

Todos ellos ejemplos sobresalientes del estilo de las artes decorativas llamado Art Déco. Para muchos diseñadores y artistas, el Art Déco de los años 20, con sus motivos geométricos y colores brillantes y atrevidos, representa las mejores y más puras formas de ese período del arte decorativo.

El Art Déco es un estilo clásico, simétrico y rectilíneo que alcanzó su punto culminante entre 1925-1935. Se inspiró en movimientos artísticos tan serios como el cubismo, el futurismo y la influencia de la Bauhaus. En París, fue una forma de arte dominante del período 1920-1930. De todos los artistas que siguieron el estilo «Arts Decoratifs», uno de los más reconocidos fue Tamara de Lempicka.

Tamara de Lempicka, nacida Tamara Rosalia Gurwik-Górska (1898 -1980), fue una pintora polaca que alcanzó la fama en Europa, sobre todo en Francia, y en Estados Unidos con sus retratos y desnudos al estilo lujoso y decadente de la Europa de entreguerras y se erigió como icono del diseño y el Art Nouveau en decadencia frente a los tiempos que esperaban a Europa.

“No hay milagros, solo existe lo que tú haces”.

TAMARA DE LEMPICKA

La versión oficial de su biografía cuenta que nació en Varsovia, aunque se piensa que podría haber nacido en Moscú. Este cambió de lugar de nacimiento pudo ser porque, al ser su padre judío, tuvo la necesidad de mentir sobre sus orígenes para poder salir de Europa en 1939.

Incluso se piensa que cambió su fecha de nacimiento. Su biografía habría resultado falseada por ella misma y está repleta de misterios. Lo que si es cierto, es que odiaba el comunismo ya que la revolución destrozó su cómoda vida aristocrática de fiestas en la Rusia pre-revolucionaria, cuando estudió arte en Petrogrado.

Tamara de Lempicka, la baronesa en el templo del art déco.
Primavera. 1928

“Mi objetivo: no copiar. Crear un nuevo estilo, colores luminosos y brillantes, regresar a la elegancia con mis modelos”

Tamara de lempicka

Tamara de Lempicka nació en un ambiente de lujos y abundancia y fue educada en un entorno femenino por su abuela, su madre y su tía. Durante su infancia viajó, tomó lecciones de arte y aprendió idiomas y buenos modales. Su abuela la acompañó a Italia en 1911, donde quedó impresionada y prendada de por vida de la obra de Botticelli, Bronzino y otros grandes maestros del Renacimiento.

En 1910, con tan solo 12 años, había pintado un retrato de su hermana, que sería su primer trabajo. Su madre había pedido a un famoso artista un retrato de cada uno de sus hijos, pero Tamara de Lempicka no quedó satisfecha con el resultado porque decía “que no era ella en ese retrato”. Fue en este momento cuando realizó su primera pintura.

“Mi madre decidió encargar unos retratos a una mujer famosa que trabajaba con colores pastel. Me senté quieta durante horas, fue una tortura. Más tarde, torturaría a otros que se sentarían para mi. Cuando terminó, no me gustó el resultado, no era preciso. Las líneas no estaban limpias. No era yo. Decidí que yo lo podía hacer mejor. No conocía las técnicas. Nunca había pintado, pero esto no era importante. Mi hermana tenía dos años. La obligué a sentarse y la pinté hasta que finalmente tuve un resultado. Era imperfecto, pero se pareció más a mi hermana que el que la famosa artista hizo de mí.

Bade, Patrick (2006). «Early Life». Tamara de Lempicka 
Tamara de Lempicka, la baronesa en el templo del art déco.
The sleeper 1932

En 1918, Tamara de Lempicka se casó con el abogado polaco Tadeusz Łempicki y la pareja llevó una vida lujosa hasta que estalló la Revolución de octubre de 1917.

Su marido fue encarcelado por los bolcheviques y Lempicka tuvo que buscarlo en varias cárceles. Con la ayuda del cónsul sueco logra sacarlo de prisión para trasladarse a Copenhague y posteriormente a Londres para establecerse, finalmente, en París, donde también escapó su familia.

Tamara de Lempicka, la baronesa en el templo del art déco.
Dos mujeres en verde.

Durante los años veinte, Tamara de Lempicka asistió a clases con Maurice Denis en la Académie Ranson y posteriormente fue discípula del artista francés André Lhote en la Académie de la Grande Chaumière.​

Andre Lhote fue el maestro que recondujo su gusto por los maestros del Renacimiento italiano hacia formas tardías del Art Déco y del incipiente Cubismo, estilo rupturista que practicaba el propio maestro. Le enseñó a seguir una forma de cubismo más suave y lejos del de Pablo Picasso o Georges Braque.

Lempicka era crítica con las obras de Picasso, de las que decía que «encarnaba la novedad de la destrucción», pero sí tomo en cuenta algunas de sus influencias, sobre todo para las creaciones de sus desnudos. Tal es el caso de la obra «Desnudo sentado» pintada en 1923.

Tamara de Lempicka, la baronesa en el templo del art déco.

A finales de los años 1920 la influencia de Cocteau, la llevó a realizar unas pinturas que trataban de englobar lo moderno, lo ilustrativo y lo comercial.

Lempicka combinó el cubismo suave con un estilo neoclásico, inspirado por Ingres. La técnica de Lempicka, siguiendo a Ingres, era limpia y elegante, pero también cargada de sensualidad, al estilo de su obra Baño Turco. Mientras, los elementos cubistas de sus pinturas solían aparecer en el fondo.

“No hay nada tan excitante, tan sutil, tan ´ingresco´ como el momento en que se establece una perfecta armonía entre un cuello y un collar, entre un terciopelo y un trozo de carne desnuda, entre un chal y un mechón de pelo; como la línea de encuentro entre un comienzo del pecho y un escote, entre un brazo y un guante alto. Si los retratos de mujeres tienen una irradiación particular, es porque, como los desnudos –si bien con menos franqueza- proceden de la luz del deseo”
Gaétan Picon
, crítico de arte

Las texturas suaves de la piel y tejidos lisos y luminosos de la ropa fueron los elementos dominantes de sus obras. Pintaba mujeres etéreas, con ropajes flotantes y dedos largos, si bien dan la impresión de fuerza y aspecto escultural por la pincelada pulida y los marcados contrastes de luces y sombras. Lempicka empleaba este eclecticismo o fusión de estilos antiguos para representar temas actuales, donde las figuras visten ropajes y peinados de moda.

Tamara de Lempicka, la baronesa en el templo del art déco.
La Bella Rafaella es una obra de Tamara de Lempicka especialmente influida por el sensual estilo de Ingres.

Desde sus primeras obras, Lempicka buscó representar la figura humana. Fue la retratista más reconocida de su generación entre las altas esferas sociales. A través de su red de amistades, fue capaz de exponer sus pinturas en los salones de mayor relevancia del momento y por ello apodada como «la baronesa con pincel».

«Un cuadro de Tamara se representa en general como un bajorrelieve de una sola figura de volúmenes poderosos que llena todo el campo del lienzo, hasta el punto en que, a menudo, la cima de la cabeza está cortada por el borde superior».

 Bazin, Germain (1980). Tamara de Lempicka. Ishoka.
Tamara de Lempicka, la baronesa en el templo del art déco.
Andromeda.

Una vez en París, se relacionó con personas asociadas al movimiento artístico art déco. Poco después de nacer su hija, Kizette, la familia pasó malos momentos económicos.

Maternidad.

Sus primeras pinturas fueron sobre la vida de su hija Kizette y sus vecinos, así como varios retratos. Vendió estas primeras obras a través de la Galerie Colette-Weil, lo que le permitió exponer en el Salon des independientesel Salon d’automne y el Salon des moins de trente ans.

Sin embargo, no empezará a cobrar cierta popularidad hasta 1922, cuando exhibe su trabajo en el Salon d’automne, aunque no aparecía como mujer en los catálogos, ya que en ese momento firmaba sus cuadros con su patronímico masculino «Lempitzki».

Su éxito comenzó en 1925 con la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas, que más tarde dio su nombre al estilo Art déco. Expuso sus pinturas en dos de los salones más importantes: el Salon des Tuileries y el Salon des femmes peintres.​ Sus cuadros fueron vistos por periodistas estadounidenses del Harper’s Bazaar y otras revistas de moda, y su nombre se hizo conocido.

Se convirtió en la pintora de moda y sus retratos eran muy cotizados. Todos querían posar para ella, desde miembros de la nobleza, la alta burguesía y los mas destacados socialistas del momento. Les atraía la fascinante obra de una pintora que resultaba enigmática, atrevida con el sexo, amante de los excesos y de la cocaina, bisexual declarada y coleccionista de amantes.

Adán y Eva (1931) presenta uno de sus pocos desnudos masculinos

«… para mi inspiración … me gustaba salir por las tardes … y que un hombre guapo me dijera lo hermosa que soy …»

tamara de lempicka

Se forja entonces la leyenda de Tamara de Lempicka, increíblemente hermosa y moderna. Una vida decadente que sirvió de inspiración para la mayoría de sus cuadros, que retrataban en gran parte, la fauna del París de la alta burguesía.

Tras la fiesta nocturna y de vuelta a su casa a altas horas de la madrugada se ponía a pintar veloz, obsesivamente, en su estudio de la Rue Méchain de París.

Mujeres bañándose. En sus obras, Tamara de Lempicka nos ofrece, frecuentemente, la representación de mujeres hermosas, frías, eróticas y con un halo melancólico. En realidad parece querer manifestar y  defender un modelo de mujer más libre que el que estaba impuesto en su época.

“Vivo en los márgenes de la sociedad, y las reglas de la sociedad normal no se pueden aplicar a aquellos que viven en el límite”

tamara de lempicka

Ahora conocida como Tamara de Lempicka, siguió estudiando arte y trabajaba día y noche. Se convirtió en una retratista muy conocida con un estilo Art Deco distintivo. Decididamente francés, el Art Déco era parte de un París exótico, sexy y glamuroso que personificaba el estilo de vida y pintura de artista. Convertida en una retratista de gran cotización, llegaba a cobrar la cantidad de 50.000 marcos por un lienzo.

En el mismo año, tuvo su primera exposición importante en Milán, Italia, organizada para ella por el conde Emmanuele Castelbarco. Para esta exposición, De Lempicka pintó 28 nuevas obras en seis meses, un esfuerzo supremo considerando que cada retrato le tomaba cerca de tres semanas de trabajo.

Retrato de Arlette Boucard.

“Fui la primera mujer que hizo pintura clara y ese fue el éxito de mi pintura y las galerías empezaron a ponerme en las mejores salas, siempre en el centro, porque mis cuadros atraían a la gente. Estaba limpio; Fue terminado.»

tamara de lempicka

En 1927, Tamara De Lempicka gana su primer premio importante en Exposición Internacional de Burdeos,​ por su retrato Kizette en el balcón.

Kizette en el balcon. Tamara de Lempicka

Viajó a los Estados Unidos por primera vez en 1929 para pintar un retrato de la prometida del petrolero estadounidense Rufus T. Bush y para organizar una muestra de su trabajo en el Instituto Carnegie en Pittsburgh. La exposición fue un éxito, pero el dinero que ganó se perdió cuando el banco en el que llevó a cabo la operación económica quebró tras el colapso del mercado de valores de 1929, más conocido como el crack del 29.

Este mismo año pinta su famoso Retrato en un Bugatti y tras divorciarse de su primer marido conoce al barón húngaro Raoul Kuffner de Diószegh (1886-1961), un coleccionista de su obra​, que le encargó pintar a su amante, la bailarina española Nana de Herrera. Lempicka, no solo, terminó el retrato, si no que también sedujo y se convirtió en la amante del barón.

Retrato de Nana Herrera.

La carrera de Lempicka alcanzó su punto álgido durante la década de 1930. En 1932, viaja a España, donde pintó retratos del rey Alfonso XIII y la reina Isabel de Grecia. En esta época, los museos comenzaron a coleccionar sus obras.

Retrato de Alfonso XIII. : Tamara de Lempicka conoció a Alfonso XIII durante el exilio del Borbón en Roma tras la proclamación de la II República. El rey posó para la pintora en varias sesiones. Una de las hipótesis de por qué el retrato no llegó a finalizarse apunta a las dictatoriales maneras que la ultraperfeccionista pintora observaba ante sus modelos.

En 1933, Tamara de Lempicka, se casa con el barón Juffner, su mecenas y con el que viaja a Chicago. Sus cuadros cuelgan, ahora, al lado de los grandes artistas del momento: Georgia O’Keeffe, Santiago Martínez Delgado y Willem de Kooning.

A pesar de la Gran Depresión, continuó recibiendo encargos de personas famosas y mostró su trabajo en varias galerías de París. Pintó retratos de escritores, animadores, artistas, científicos, industriales y muchos de los nobles exiliados de Europa del Este.

Retrato del Marqués de Sommi.

“Los pintó a todos, los ricos, los exitosos, los renombrados, los mejores. El trabajo le trajo elogios de la crítica, celebridad social y una considerable riqueza.

Kizette de Lempica-Foxhall, ( biografía de Tamara De Lempica Passion By Design)

​Después de mediados de la década de 1930, comenzó a pintar temas menos frívolos en el mismo estilo. Pintó varias Madonnas y mujeres con turbante inspiradas en pinturas renacentistas, así como temas más tristes como, La Madre Superiora (1935).

Madre Superiora, fue considerada por la artista como una de sus mejores obras. No quiso venderla nunca. Los expresivos ojos de la Madre Superiora reflejan el sufrimiento y el dolor. Al final de su vida decidió ceder la obra al Museo de Bellas Artes de Nantes, como agradecimiento, por haber sido el primer museo en comprar sus obras.

En el invierno de 1939, tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Lempicka y el barón Kuffner se mudaron a los Estados Unidos de forma definitiva. Se establecieron en Beverly Hills y Tamara se convirtió en la artista favorita de las estrellas de Hollywood.

Su carrera renació, pero no como en los momentos de París. Aunque mantuvo una vida social muy activa, en los años de la posguerra, sus encargos descendieron. El Art Déco se había quedado anticuado dando paso a la nueva vanguardia del arte, el expresionismo abstracto,  que surgió en los años 1940 en Estados Unidos y se difundió, décadas después, por todo el mundo. 

La artista probó el nuevo estilo. Incluyo bodegones en su temática y pintó alguna obra abstracta. Reelaboró piezas anteriores con su nuevo estilo. Tal es el caso de su obra Amethys de 1946 y su reelaboración de 1963, titulada Chica rosa con guitarra.

Tuvo una exposición en la Galería Ror Volmar en París en mayo y junio de 1961, pero no revivió su éxito anterior Comenzaban otros tiempos con otras mentalidades.

El barón Kuffner, su segundo marido, murió en noviembre de 1961. Después de su muerte, Lempicka vendió muchas de sus posesiones e hizo tres viajes alrededor del mundo en barco. En 1963, Lempicka se mudó a Houston, Texas, para estar con Kizette y su familia. Se retiró de su vida como artista profesional.

Tamara de Lempicka murió el 18 de marzo de 1980. Siguiendo sus deseos, sus cenizas fueron esparcidas sobre el volcán Popocatépetl. La ultima obra que pintó fue la cuarta copia de su pintura de San Antonio.

La fama y cotización de su obra y su figura crecieron tras su muerte. El mundo de la moda y el diseño reivindicó su estética. Incluso el de la música. En 1990, la cantante Madonna, homenajeaba a Tamara de Lempicka en el video musical Vogue, dirigido por el cineasta David Fincher. En el video aparecen cuadros de la artista y se reivindica la sensualidad y la libertad de la mujer de los años 30 que representó Lempicka.

Fue baronesa, se comió la vida, el arte fue para ella lo más importante, no se puso reglas morales, fue una mujer ambigua llena de luces y sombras.

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Jóvenes.

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