Un viaje por los retratos más famosos de la pintura.
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Un viaje por los retratos más famosos de la pintura.

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El filósofo y sociólogo Georg Simmel, fundador de la Sociedad Alemana de Sociología definió el rostro, elemento fundamental de un retrato, como una península con su orografía, con su topografía y con todos sus sus accidentes. El retrato siempre ha sido un apasionante objeto de estudio porque concentra en sí la mayoría de las funciones de la pintura.

Según el antiguo refrán o dicho, la cara es el espejo del alma, porque el rostro revela el estado anímico, la alegría y tristeza o cualquier estado de enojo o relajación.

El científico y profesor de la Universidad de Gotinga, Georg Christoph Lichtenberg, afirmaba que “Nuestro cuerpo está en medio entre el alma y el mundo externo, espejo de los efectos de ambos: no narra sólo nuestras inclinaciones y nuestra capacidad, sino los latigazos del destino, del clima, de las enfermedades y de otras mil adversidades”.

El Retrato es, después de todo, un fiel reflejo de la época, en el que se realiza. En el Retrato pictórico se ven reflejados aspectos como la riqueza, la pobreza, el poder, la guerra, cualquier persona que, aunque individual, forma parte del conjunto de la sociedad del momento. A lo largo de nuestro artículo os mostraremos grandes retratos, pero sin duda estos son los 8 retratos más famosos de la historia de la pintura

Un viaje por los retratos más famosos de la pintura. Retrato
Retrato de Lunia Czechowska. Amedeo Modigliani. Personaje Enfermizo y melancólico, el pintor quería alcanzar el cielo a través de los rostros alargados de sus retratos. Su tendencia al aislamiento y la soledad quedó  reflejado en sus composiciones.

El término retrato procede del latín retractus. Puede ser escultórico, pictórico y fotográfico. El retrato pictórico ha sido y sigue siendo una de las vertientes más importantes de la Pintura. No solo muestra la parte física de una persona. También se entiende por retrato la descripción del carácter moral de la misma. ​

Por tanto, el rostro es un lienzo que plasma lo que sucede en el interior y el exterior. Charles Baudelaire decía que un retrato es como “una biografía dramatizada”.

El género del retrato pictórico ha estado presente, siempre en la Historia del Arte y ha sido decisivo para la evolución de la pintura

Un viaje por los retratos más famosos de la pintura. Retrato
The Strawberry Girl. 1777. Joshua Reynolds

La Academia de las Artes situaba el Retrato en la escala más alta de valoración, porque a través de él se refleja la humanidad de la persona retratada y no, todo artista, es capaz de aplicar sus conocimientos técnicos a la ejecución de un buen retrato.

La primera parte de la definición de un retrato es la que se refiere a la expresión de las características físicas de una persona. En un retrato predominan dos aspectos: la cara y su expresión. Pero para hablar de un verdadero retrato, no solo hay que mostrar la semejanza, también el estado de ánimo de la persona retratada, es decir la expresión psicológica del individuo.

El artista que hace un retrato debe ser casi un lector de rostros para descifrar las emociones, pensamientos y el lenguaje no verbal que se refleja a través de la cara del retratado.

“La aventura, la gran aventura, es ver surgir algo desconocido cada día en el mismo rostro: ésa es una aventura mayor que todos los viajes alrededor del mundo.”

Alberto Giacometti

Los primeros retratos de la historia fueron esculturas que tenían implicaciones mágicas y sagradas, pero hubo que esperar a la civilización griega para la creación de un auténtico retrato fisonómico.

Busto o retrato escultórico de Nefertiti.

Durante la Edad Media, el arte del retrato desapareció, casi por completo, debido a que la mentalidad cristiana negaba la importancia de la individualidad de las personas. Pero, a partir de la Baja Edad Media, cuando comenzó a aparecer una incipiente burguesía, el retrato volvió a resurgir como genero artístico.

El aspecto más importante del rostro es que representa una unidad. Si hay cualquier cambio en él, aunque sea pequeño, el rostro cambia por completo, ¿verdad?. Existen dos elementos en el rostro, fundamentales para un retrato: la boca y los ojos.

Klimt

Sigmund Freud, en su texto sobre lo Siniestro, contaba una anécdota que refleja con acierto la paradoja del propio rostro: estaba en el tren sentado en su compartimento cuando por el traqueteo la puerta del lavabo se abrió. Le pareció que una persona de mediana edad iba a entrar en su compartimento. Se levantó para indicarle su error y en ese momento se dio cuenta de que el intruso era su propia imagen reflejada en el espejo de la puerta. Esta aparición le resultó sumamente desagradable. Esta es la paradoja del rostro que, por una parte, es algo muy cercano a cada uno de nosotros, pero, por otra, es siempre un desconocido.

La boca fue la parte más importante de cualquier retrato durante la Edad Media, que, aunque casi inexistente, se mantuvo en representaciones religiosas.

Un viaje por los retratos más famosos de la pintura. Retrato
Francis Bacon dio mucha importancia en sus retratos a la boca, normalmente deformada. En la interpretación del cuadro de Velázquez sobre del papa Inocencio X, el protagonista no es el Papa, sino ese grito espontaneo que deja entrever sus dientes y que lleva al espectador a un momento de tensión nerviosa. La boca del retratado queda maximizada, además, porque la parte superior de la cara, la mirada, esta borrosa y desdibujada.

Pero sí ha habido un elemento que ha dominado el retrato han sido los ojos. Cuando miramos un retrato, lo primero que vemos son los ojos. Cuando conversamos con alguien nos miramos directamente a los ojos. Porque sabemos que los ojos transmiten y fascinan a partes iguales. La mirada, por ello, en el arte se convierte en aspecto retratado pero también en un espejo de la persona retratada.

La poesía de un retrato está en el rostro: la posición de los párpados, de las cejas, la tensión en la frente, la posición de la boca e incluso las arrugas. Todo ello es lo que captamos cuando creemos que solo interpretamos una mirada.

La mirada es casi el alma hecha fluido

Ortega y Gasset

El Renacimiento fue un punto importante en la evolución del arte del retrato por la llegada de la corriente humanista y el renovado interés hacia el mundo natural y la expresión de arte clásico. El retrato adquirió una importante función social por el surgimiento y desarrollo del retrato personalizado , por la importancia de cada persona en sí misma y su propia individualidad.

Los retratos pintados sobre medallas o medallones se hicieron populares, influidos por modelos antiguos del siglo XIV, como los de Pisanello, pintor y medallita del quattrocento italiano. En esta época circulan, con frecuencia, pequeños retratos miniados o pintados, que difunden las imágenes entre las cortes, a menudo con intereses matrimoniales.

Durante el Renacimiento, el retrato se democratizó y abarca no solo a los estamentos privilegiados sino a todo el espectro social. También fue aumentando en tamaño. Si bien, al principio estaba concebido para contemplarse y guardarse, después se incorporó al mobiliario doméstico y colgarse en las paredes. El retrato cumplió diversas funciones, desde social y simbólica, hasta documental.

Un viaje por los retratos más famosos de la pintura. Retrato
Retrato de una princesa de la Casa del Este. Pisanello.

Se presta especial atención a la mirada, dentro del rostro. La boca, por lo general, aparece cerrada dando lugar a un tipo de retrato contenido y distante.

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Retrato de un hombre con turbanteTurbante RojoRetrato de un hombre. Jan van Eyck. Esta obra presenta un análisis preciso y detallado de las características físicas del retratado. Sin embargo, no da ningún indicio sobre los pensamientos del sujeto o su estado de ánimo. Con frecuencia se piensa que el modelo es el mismo van Eyck, aunque no hay evidencia directa de esto. Los retratos de Jan van Eyck muestran a un hombre seguro de sí mismo capaz de controlar el mundo.

En la Trinidad de Masaccio
podemos ver un primer esbozo de retrato realista.
La obra es un auténtico trompe l’oeil o trampantojo, debido al uso que el artista hace de la perspectiva.
Las figuras son a tamaño real, por lo que el observador se identifica plenamente con los personajes.

Las figuras de los dos donantes parecen ser miembros de la familia Lenzi. Su postura, rezando y a tamaño real, hacen la escena de lo más realista.

«Lo que es bellísimo, además de las figuras, es una bóveda de cañón dibujada en perspectiva, y dividida en cuadrados llenos de rosetones que disminuyen y se van reduciendo tan bien que parece que se perfora el muro»

Vasari.

Otra forma de retrato que obtuvo difusión en esta época se trataba de introducir retratos de personajes reales en escenas pintadas, ya fueran de tipo sacro o profano. Un ejemplo es el de Simonetta Vespucci, apodada la Bella Simonetta, que fue musa y modelo de muchos artistas del Renacimiento.

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El Nacimiento de Venus, realizado por Sandro Botticelli con Simoneta de protagonista. Botticelli y Piero di Cósimo utilizaron a esta hermosa mujer como protagonista de sus retratos.

Casi todos los grandes maestros de la pintura trabajaron el Retrato. Desde Botticelli hasta Leonardo de Vinci y Rafael produjeron retratos de los personajes de la época. La gran excepción fue Miguel Ángel, que no llegó a crear retratos realistas, a excepción de en El Juicio Final.

Uno de los detalles que influyen, enormemente, en la expresión de un retrato es la forma de los párpados, sobre todo del superior. La mejor representación de un párpado tarsal (sin grasa acumulada en el párpado superior) la realizó Rafael en esta obra Retrato de un cardenal, dándole un aspecto varonil pero lleno de espiritualidad.

En esta misma época surgió con fuerza la práctica del autorretrato. El más antiguo del que se tiene noticia es un autorretrato en miniatura de  Nicholas Hilliard de 1575.

Autorretrato en miniatura de  Nicholas Hilliard de 1575.

Los primeros autorretratos del arte occidental aparecieron durante el Renacimiento, aunque en la Edad Media surgieron algunos, y los artistas incluían su propia fisonomía entre las diversas personas que llenaban las escenas narrativas del género de la pintura de historia.

En épocas pictóricas como el barroco o el renacimiento, una de las costumbres era que el artista se autorretratara dentro de un gran cuadro, para reafirmar su autoría o para dar a entender sus intenciones, como lo hizo Velázquez en Las Meninas.

El elemento que más determinó el desarrollo del autorretrato fue de orden social, ya que los artistas comenzaron a valorarse, no solo como artesanos, sino por sus dones de tipo intelectual.

Durante los períodos barroco y rococó, en los siglos XVII y XVIII, los retratos adquirieron mucha importancia. Transmitían la imagen de los Reyes, príncipes de la Iglesia y los nobles frente a sus súbditos y por todo el territorio. Por otro lado, la burguesía , que había ascendido como clase, los encargaba como símbolo de su estrato social. En ellos aparecían lujosamente vestidos y rodeados de símbolos de su riqueza, afirmando así su autoridad.

También fueron un medio de poder político y diplomático porque, colgados en las paredes de las Cortes, mostraban las alianzas públicas existentes entre los grandes reinos y sus familias.

Van Dyck es, universalmente, conocido por sus retratos de la nobleza genovesa y de Carlos I. Realizó un nuevo tipo de obra con siluetas estilizadas y expresión severa que se apartaba del estilo de Rubens, más dado al estilo de la antigua Grecia y Roma.

El Retrato del cardenal Bentivoglio es uno de los más famosos de toda la producción de van Dyck

Rubens fue un pintor barroco de la escuela flamenca. Su estilo era exuberante, lleno de color y sensualidad con un toque de dinamismo. Sus principales influencias proceden del arte de la Antigua Grecia y Roma y de la pintura renacentista, sobre todo de Miguel Ángel, de quien admiraba el gran conocimiento que tenía de la anatomía humana. Pero, sobre todo de Tiziano, al que consideró su maestro. Retrató a los principales personajes de la corte de Mantua, la casa de Austria y la monarquía francesa.

Maria Serra Pallavicino. Rubens

Uno de los grandes artistas del retrato pictórico es Rembrandt. Creó cerca de 40 autorretratos con diferentes técnicas, que forman una auténtica biografía documentada del propio envejecimiento del artista.

El paso del tiempo fue desarrollando un interés creciente por los sentimientos humanos, es decir por la fisionomía de las emociones. En el siglo XIX el retrato neoclásico nos muestra representaciones de personas a la última moda. Destacan los retratos de Ingres sobre la refinada nobleza y alta burguesía.

Retrato de Madame Ingres. Representa a su segunda esposa Delphine Ramel y es el último retrato pintado por el artista.

Jean Louis David, David retrató a muchas personas desde que se inició en la pintura. Normalmente, retrataba a familiares y conocidos. Pero también pintó a personajes públicos con fines propagandísticos, como a Napoleón. Como buen bonapartista que era, llegó a pintar hasta cinco versiones del retrato de Napoleón.

Napoleón cruzando los Alpes. Jean Louis David. El tema de la obra está basado en un hecho real y se fecha cuando Napoleón intentó cruzar los Alpes por el puerto de montaña del Gran San Bernardo a 2.500 metros de altura. La obra, de carácter propagandístico, quería poner de manifiesto que Napoleón era un gran líder.

Delacroix, Gericault y Goya en España, optaron por una representación objetiva y realista del retrato. El francés Gustave Courbet, gran admirador de Rembrandt (1819-1877) lideró el movimiento pictórico del realismo. Entre las creaciones de Courbet también destaca una amplia galería compuesta por autorretratos. El pintor disfrutaba mucho encontrándose con su propia mirada sobre los lienzos.

El hombre desesperado de Coubert es un autorretrato del artista como un hombre joven que mira al espectador con desesperación e impaciencia. El autor contaba con 25 años en 1843, fecha de la obra. La posible desesperación del artista se inspira en la subida al trono de Luis Felipe de Orleans, tras la Revolución de 1830. El nuevo rey burgués llevó a cabo reformas liberales que favorecían, solo, a la burguesía. Los trabajadores y los intelectuales no se vieron favorecidos por las reformas y además no se consiguió el sufragio universal.

El género del Retrato siguió su curso a través de las siguientes etapas artísticas. Los impresionistas como Monet, Degas y Renoir, pintaron un retrato enfocado familiares y amigos en pequeños grupos al aire libre. Eran de tipo intimista y alejados de los retratos de tipo oficial.

Lise cosiendo (1866). Renoir. Lise posó para el pintor entre 1865 y 1872. Se convirtió en su amiga y en la primera modelo del artista. Llegó a erigirse como el canon de belleza femenina para Renoir.

Hasta el siglo XIX los retratos habían sido un servicio artístico, casi, exclusivo para la aristocracia, pues estos tenían el dinero suficiente para contratar a un pintor. Con el inicio de la fotografía, el retrato se democratizó aún más por el menor coste que implicaba.

El siglo XX comenzó con las Vanguardias y la fragmentación del mundo del arte en muchas corrientes. En los retratos de los fovistas predominaba el color, en el de los cubistas, la fragmentación y en el expresionismo, el de tipo onírico y psicológico.

Un viaje por los retratos más famosos de la pintura. Retrato
Retrato de Dora Maar muestra claramente la importancia del tema en la vida de Picasso.  Pintó numerosos retratos de ella durante su relación.  Maar compartió la vida de Picasso durante el período de entreguerras, 

Munch retrata la ansiedad del hombre moderno, personificada en una figura con un rostro anónimo donde sobresale su boca abierta en un grito. Más tarde describió la angustia personal que existía tras la pintura: «durante varios años estuve casi loco… ¿Conoces mi cuadro, ‘El Grito?’ Estaba tensionado hasta el límite: la naturaleza gritaba en mi sangre… Después de eso, perdí la esperanza de poder volver a amar»

Munch, Edvard (2005). Edvard Munch : behind the Scream. Yale University Press. ISBN 0-300-11024-3.
Un viaje por los retratos más famosos de la pintura. retrato

El arte del retrato en pintura decayó a mediados de siglo por la entrada de la abstracción el arte no figurativo. Volvió en los años cincuenta y sesenta con fuerza, a través de corrientes como el Pop Art, que pusieron de moda los retratos seriados de los grandes iconos culturales de la época.

Mao, retratos. Andy Warhol

Durante esta época, dos artistas, Lucien Freud y Francis Bacon, irrumpieron con fuerza en el arte figurativo.

Lucien Freud fue, pintor y grabador británico, se inició en el surrealismo pero tras la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en el principal exponente de la pintura figurativa. Se especializó en retratos de una gran fuerza expresiva, bajo una luz fuerte. Los temas de Freud son personas conocidas y sus vidas. No aceptó muchos retratos por encargo.

Un viaje por los retratos más famosos de la pintura. Retrato
Lucien Freud retrató a su madre en muchas ocasiones. Aprovechó el tiempo que pasaba con ella para pintarla.

«El tema es autobiográfico, cuanto tiene que ver con la esperanza y la memoria y la sensualidad y la participación, la verdad…» «Pinto gente, no por lo que quisieran ser, sino por lo que son».

Lucien Freud

 Francis Bacon ha sido uno de los artistas mas polémicos del arte figurativo contemporáneo, pero también, el que ha realizado algunas de las pinturas más impactantes y desgarradoras. Cada día para Bacon se dividía en dos. Por la mañana siempre pintaba y por la tarde se dedicaba a la bebida.

Bacon recurrió tanto al surrealismo como al expresionismo, pero su obra se centró en el estilo llamado Nueva Figuración o Arte Neofigurativo, que retomó la presencia de la figura humana pero, distorsionada.

Un viaje por los retratos más famosos de la pintura. Retrato
Los retratos de Bacon nos muestran seres sufriendo, solos y desfigurados. Pero sus obras, además de un reflejo de si mismo, son un reflejo de la vida misma.

Los seres humanos buscan la inmortalidad de muchas maneras. Una de ellas es a través del retrato.

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