Pintura, mitos y dioses. El Olimpo griego a través del arte.

La mitología clásica ha sido una fuente de inspiración para los artistas de todas las épocas, antiguas y contemporáneas. Los dioses son los protagonistas de estas fabulosas historias que quedaron recogidas en lienzos, esculturas, medallas…y que han llegado a nuestro tiempo. Los Dioses griegos del Olimpo, no sólo regían el destino de los hombres. También bajaban a la Tierra y se relacionaban con los humanos adoptando una apariencia humana que los hacía más cercanos.

En la Grecia Antigua, las historias de los dioses del Olimpo, servían para explicar todo tipo de fenómenos de la naturaleza o del universo que les rodeaba. Por ello, lo normal fue que surgieron divinidades que personificaban montañas, fuentes, ríos, mares, vientos, constelaciones y que convivían con los hombres.

Heródoto escribió que Hesíodo y Homero fueron los que dieron a los griegos los dioses al describir su aspecto y escribir sobre ellos.

«la creación de los dioses se inició con una presencia sobrenatural llamada Caos (vacío), tras él existió Gea, la madre tierra. Urano dios del cielo acudía cada noche a cubrir la tierra y unirse a Gea; Urano no quería tener hijos así que impidió que nacieran. Gea pidió la ayuda de Cronos, uno de sus hijos, quien castró a Urano desde el vientre de su madre. Los genitales de Urano cayeron al mar donde nació Afrodita, diosa del amor.

Cronos liberó a sus hermanos y hermanas del vientre de Gea, quienes fueron los Titanes y Titánides. Se casó con Rea. Cronos sabía su destino, uno de sus hijos le quitaría el poder, devoró a cada hijo recién nacido. Rea huyó a la isla de Creta donde dio a luz a Zeus. Zeus creció y regresó para atacar a su padre., Todos los hijos que se había devorado, Cronos, surgieron. Zeus salvó a sus hermanos y hermanas, tomó el Monte Olimpo y desde ahí luchó contra su padre, tíos y tías. Los dioses del Olimpo se impusieron y vieron en Zeus la fuerza y el poder para gobernar a los dioses y los humanos.»

Teogonía. Hesíodo.

A partir de aquí, surgen los mitos, relatos que recogen historias de dioses y semidioses y su relación con los hombres. En ella, dioses ,héroes y demás personajes mitológicos se mezclan en relatos llenos de amores, vicios y virtudes humanas que son trasplantados a los lienzos.

Si bien, con un origen incierto, los mitos clásicos están presentes, no solo en el arte antiguo, sino en la pintura moderna y contemporánea.

Se ha llamado Pintura mitológica al género pictórico, subgénero de la pintura de historia, cuyo tema artístico son personajes o escenas de la mitología, no usados con fines religiosos, sino como pintura profana. La mitología más utilizada en el arte ha sido la griega y romana quedando la nórdica mas relegada.

A partir del Quattrocento del Renacimiento italiano, con el fin de imitar la cultura clásica a consecuencia del desarrollo del humanismo, la pintura mitológica se desarrolló.

El humanismo renacentista, consideraba digna de imitación la idea de belleza basada en el equilibrio y la armonía de las proporciones que se encontraba en los restos del arte grecorromano.

Los dioses griegos aparecen en los mitos acompañados de todo tipo de seres y personajes vinculados a la naturaleza y que son utilizados para satisfacer sus necesidades en fiestas y celebraciones.

Sandro Botticelli diseñó un programa iconográfico basado en temas mitológicos. Mientras que era normal ver a las mujeres desnudas en la pintura y escultura de la antigua Grecia, dejaron de estar presentes en el arte occidental cristiano, hasta El nacimiento de Venus. Después de esta reintroducción, las figuras femeninas desnudas tendrían un lugar en la mayoría de los grandes movimientos artísticos, desde el art nouveau hasta el postimpresionismo.

Al igual que Botticelli, los grandes artistas de la época como Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y Rafael, también incorporaron la inspiración clásica en sus obras de arte. Con El nacimiento de Venus, Botticelli dio nueva vida a los intereses mitológicos presentes en la antigüedad clásica.

Algunos años después, ya en el Renacimiento pleno, Leonardo da Vinci pintaría Leda y el cisne (1508).

El amor mueve el mundo, es un sentimiento, un estado de ánimo y una pasión. Pero también es un Dios. Así lo creían los griegos, que le pusieron el nombre de Eros a uno de sus dioses griegos más emblemático.

Siempre ha sido representado como un niño alado, que se divierte jugando con los corazones de dioses y mortales, los cuales inflama con su antorcha o hiere con sus flechas. Las de oro provocaban amor; las de plomo, en cambio, odio.

Igual que hombres y mujeres, los dioses griegos también tenían auténticos “flechazos”. Es lo que sintió Dioniso al encontrar en Naxos a Ariadna, que había sido abandonada por Teseo. Dionisos es el dios más seductor de todo el Olimpo, pasando de la entrega al abandono más absoluto.

Aunque los comienzos de muchas relaciones entre los dioses griegos del Olimpo fueron difíciles y tormentosas, también fueron dichosas y largas, como la del propio Eros con Psique.

Pero los mitos contaban también uniones desgraciadas, trágicas, donde el amor quedaba truncado por la muerte de uno de los amantes. Así les ocurrió a Orfeo y Eurídice. Orfeo es un personaje de la mitología griega, hijo de Apolo y de una de sus musas, Calíope.

Cuando Orfeo tocaba su lira, las fieras se calmaban, y los hombres descansaban su alma. Así enamoró a Eurídice y logró dormir al terrible Cerbero cuando bajó al inframundo a intentar resucitar a su amada que había muerto por la picadura de una serpiente.

Hades, Dios griego del inframundo, no permitía que Orfeo se llevara a Eurídice. Así que cantó hasta que Hades le permitió llevarse a su amada, con la condición de mirarla, solo, cuando estuviera totalmente bañada por la luz del sol. Cuando salieron al exterior, Orfeo se giró para verla, pero un pie se había quedado en las sombras así que Eurídice desapareció en la oscuridad del inframundo y esta vez para siempre.

El caso de Narciso, que no era un Dios, es singular, ya que se enamoró de su propia imagen reflejada en el agua. Contemplando ese reflejo se fue consumiendo de amor hasta la muerte, metamorfoseándose posteriormente en la flor que lleva su nombre.

«(…) Y mientras bebe cautivado por el reflejo de la belleza que está viendo, ama una esperanza sin cuerpo; cree que es cuerpo lo que es agua. Se extasía ante sí mismo y sin moverse ni mudar el semblante permanece rígido como una estatua tallada en mármol de Paros.»  

(Ovidio en el libro III de las Metamorfosis)

Y hablando de metamorfosis, Zeus, el padre de los dioses griegos y los hombres, fue quien más utilizó esta técnica para satisfacer sus instintos más básicos.

El principal recurso usado por Zeus fue adoptar una apariencia animal. El águila era su animal favorito. Así fue como raptó al joven pastor Ganimedes para llevárselo al Olimpo como su amante y copero de los dioses.

Convertido en cisne, Zeus sedujo a la reina Leda, con quien engendró a Helena y Pólux y transformado en toro raptó a la princesa Europa.

«Se atrevió también la princesa, sin saber a quién montaba, a sentarse sobre el lomo del toro; entonces el dios, apartándose poco a poco de la tierra y de la arena seca(…). Se asusta Europa y vuelve su mirada a la costa que, raptada, va dejando atrás, y con la diestra agarra un cuerno, apoya la otra sobre el lomo; tremolantes, sus ropas se ondulan con el viento».

 Ovidio( Metamorfosis en el libro II (838-875:)

En otras ocasiones, Zeus adquirió la forma de fenómenos atmosféricos para lograr sus conquistas, y se transfiguró en nube gris para tomar a la joven doncella Ío, o en lluvia dorada para poseer a Dánae, quien daría a luz a Perseo, uno de los grandes héroes griegos.

A menudo la metamorfosis era una solución para evitar el acoso de los dioses griegos y a ella recurrieron diversas ninfas, como Dafne, transformada en laurel para escapar de Apolo, o Siringa, convertida en unas cañas para evitar la persecución del dios Pan.

Entre 1622 y 1625, Gian Lorenzo Bernini esculpió en mármol la famosa obra Apolo y Dafne. En ella se puede ver a Apolo alcanzando a Dafne mientras ella intenta escapar. Apolo está coronado con una corona de laurel que presagia la metamorfosis de Dafne en árbol de laurel. Dafne es retratada durante el proceso de transformación, de hecho sus brazos están tomando la forma de ramas mientras huye e implora a su padre que la rescate de Apolo.

Los mitos clásicos y las historias de los dioses griegos, también, están plagados de pugnas y disputas entre distintas divinidades que se reflejan en las obras de arte.

Cronos quiso devorar a Zeus, su hijo, al nacer. Zeus se enfrentará a su padre, al que consigue vencer. Ambas luchas fratricidas dieron lugar a dos grandes enfrentamientos en los que participaron numerosas divinidades: la Titano maquia y la Gigantomaquia. Esas luchas fueron vistas, ya desde la Antigüedad, como un símbolo del conflicto existente entre el caos y el orden.

Abriendo la pintura de la Edad Contemporánea, Goya recurrió a la mitología con una de sus obras mas famosas: «Saturno devorando a un hijo» (1819-1823).

La pintura inglesa del XIX también se realimentó del género mitológico u fue tratado por algunos prerrafaelitas, como Dante Gabriel Rossetti y John William Waterhouse.

Rossetti pintó Proserpina (Perséfone) en 1874. Este cuadro representa la octava versión de la obra. En la mitología griega, Perséfone significa «la que lleva la muerte». Es la reina del inframundo y de los secretos muertos. Hija de Zeus y Deméter, es raptada por Hades.

Los simbolistas franceses fueron particularmente propicios a temas mitológicos, como Odilon Redon con su Nacimiento de Venus,1912.

El modernista Gustav Klimt adapta la forma clásica de la alegoría y el simbolismo convencional, pero revisándolo con su propio lenguaje plástico, abiertamente sexual y de matices provocativos. De esta forma, una de sus obras cumbre, El Beso, es una reinterpretación del mito de Apolo y Dafne.

A lo largo de la historia, la mitología clásica ha sido una constante fuente de inspiración para numerosos artistas, y esas fabulosas narraciones han quedado recogidas en bellas obras de arte.

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¿ y si el hombre tuviera ojos para ver la auténtica belleza: la divina belleza, pura, clara y sencilla, sin la corrupción de la mortalidad y todos los colores y las vanidades de la humanidad?

platon. el banquete.

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