Lo que esconden los ojos y la mirada en un Retrato.
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Lo que esconden los ojos y la mirada en un Retrato.

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Los ojos, se dice que son el espejo del alma. Marañón observó que, sólo por los ojos de un retrato, es posible juzgar el carácter de una persona. En un retrato predomina la cara y su expresión. Se quiere mostrar la semejanza, personalidad e incluso el estado de ánimo de la persona retratada.

Pero, sin embargo, cuando miramos un retrato, lo primero que vemos son los ojos. Cuando conversamos con alguien nos miramos directamente a los ojos. Porque sabemos que las miradas transmiten. Porque nos fascinan las miradas y los ojos. La mirada en el arte se convierte en aspecto retratado pero también en un espejo de la persona retratada.

El retrato sigue siendo, hoy en día, un apasionante objeto de estudio porque concentra en sí la mayoría de las funciones de la pintura. Los ojos hablan en el Retrato, pero no, por sí solos. Hay que mirar el rostro completo para captar lo que la mirada quiere decir. El género del retrato ha estado presente, siempre, en el Arte y sigue siendo un genero cultivado, hoy en día. Mira esta web y comprueba la actualidad de este género entre nuestros artistas.

Lo que esconden los ojos y la mirada en un Retrato.
René Magritte dibujó en El espejo falso un ojo con un iris que contenía el cielo y las nubes

La poesía de un retrato está en el rostro: la posición de los párpados, de las cejas, la tensión en la frente, la posición de la boca e incluso las arrugas. Todo ello es lo que captamos cuando creemos que solo interpretamos una mirada.

Uno de los detalles que influyen, enormemente, en la expresión de un retrato es la forma de los párpados, sobre todo del superior. El cirujano alemán, Fritz Lange, tipificó los ojos en tres tipos característicos, que denominó «párpados en melocotón», «párpados en maza» y «parpado tarsal».

Lo que esconden los ojos y la mirada en un Retrato.
La mejor representación de un parpado tarsal (sin grasa acumulada en el parpado superior) la realizó Rafael en esta obra Retrato de un cardenal, dándole un aspecto varonil pero lleno de espiritualidad.

Los primeros se caracterizan porque confieren a los ojos y al retrato una expresión infantil e ingenua, como podemos observar en el detalle de La niña Portinari de Hugo Van der Goes o en el rostro de Ginebra Benci, la primera obra maestra de Leonardo Da Vinci.

Lo que esconden los ojos y la mirada en un Retrato.
La niña Portinari. Detalle del tríptico de Hugo Van der Goes


El mismo tipo de párpados los podemos ver en La Magdalena de Piero de Cósimo con una mirada reflexiva y facciones perfectas iluminadas que reflejan una intensa vida interior.

María Magdalena leyendo. Piero Cósimo

El «párpado en maza», es una transición entre el anterior y el «tarsal» y es característico de la pubertad. Es el que podemos observar en el retrato realizado por Hans Memling de María Magdalena Baroncelli, rica burguesa de Brujas esposa de un banquero. En él contrastan las manos unidas en piadoso gesto con la mirada fría y taladradora de la dama.

María Magdalena Baroncelli . Hans Memling

Fragonard, pintor y grabador francés cuyo estilo rococó se distinguió por la exuberancia y el hedonismo, utiliza este tipo de ojo en la muchacha de su cuadro «La Lectora». La joven, también, presenta una suave sonrisa, propia de quien ha sido sorprendida en una reflexión íntima sobre su lectura y que acaba de levantar los ojos del libro, lo que da a la obra una cierta improvisación y fugacidad propia de este pintor.

Lo que esconden los ojos y la mirada en un Retrato.
La lectora. Fragonard

Mirando a los ojos del retratado se pueden observar, también, los detalles que diferencian unos ojos infantiles de los ojos cansados de un anciano. Podemos, debido al tratamiento dado por el pintor, intentar diferenciar la edad de los ojos.

Los de los niños se representan en la pintura, abiertos, curiosos y maravillados ante el mundo. En cambio,
los de los ancianos suelen ser dibujados con aparente pequeñez como si con el paso del tiempo fueran perdiendo interés por su entorno y tendieran a cerrarse.

Ojos inmensos del niño que se irán estrechando con los vientos que apagan la vida.

Martínez Fornés (médico)

Elisabeth Loise Vigée Le Brun, pintora consagrada en su tiempo y amiga de la reina María Antonieta, fue una gran retratista. Pintó en varias ocasiones a su hija, Julia.

En «Autorretrato con su hija» los ojos francos y brillantes de la niña constituyen todo un símbolo de amor. La pintora vuelve a retratar a su hija Julia, ya mayor, pudiendo observar la evolución del rostro de la niña. Es la misma en el óvalo de la cara, en la sonrisa y en los ojos. Sin embargo, la expresión de éstos ha cambiado.

Aún conservando los mismos «párpados en melocotón» y el mismo trazo de cejas, el brillo ha cambiado y la mirada es distinta. Los ojos angelicales de niña se han transformado en ojos de joven adolescente.

En «La edad de la inocencia» de Josuah Reynold vemos el perfil de una niña con las manos juntas en el pecho mirando a la lejanía. Ojos que miran con curiosidad. Y con la confianza y fuerza que tienen los seres sencillos y puros.

Lo que esconden los ojos y la mirada en un Retrato.
«La edad de la inocencia» de Josuah Reynold

Quizá una excepción al planteamiento de los ojos curiosos de los niños es la joven que Munch nos presenta en su obra «Pubertad», con sus grandes ojos abiertos ante la sorpresa de comprobar que ha dejado de ser niña para convertirse en mujer.

Pubertad. E. Munch

En los ojos del joven, arde la llama; en los del viejo, brilla la luz.

Víctor Hugo.

Sin duda, los tres autorretratos que realizó Rembrandt, son de las mejores obras de arte que demuestran el paso del tiempo.

Desde bien joven, Rembrandt se utilizó, a sí mismo, como modelo para estudiar las expresiones fisionómicas, los efectos de las luces y las sombras y el paso del tiempo. Más adelante incorporó a sus composiciones históricas o en los retratos que realizó por encargo el aprendizaje realizado.

En uno de los primeros que hizo tenía 22 años y era joven y fuerte. La pintura aparece bañada por una sombra y silueteada contra una pared luminosa. Realizado con una técnica propia y diferente de la época, pues los retratistas solían colocar a sus modelos a plena luz contra un fondo oscuro. En este caso, es posible que el pintor hiciera esta obra para trabajar la luz y las sombras, porque el rostro no es visible por completo.

Autorretrato con paleta y pinceles, realizado hacia 1660-1665 fue uno de los últimos autorretratos que se realizó. Se presenta tal y como es, con realismo y acompañado de sus útiles de trabajo.

Con el paso del tiempo, ya no tenía el menor interés en arreglarse. No disimula el paso del tiempo en su cara y dibuja de forma clara su nariz ancha, sus ojeras marcadas y las arrugas que marcan su rostro.

El francés Gustave Courbet, gran admirador de Rembrandt (1819-1877) lideró el movimiento pictórico del realismo. Entre las creaciones de Courbet también destaca una amplia galería compuesta por autorretratos. El pintor disfrutaba mucho encontrándose con su propia mirada sobre los lienzos.

El desesperado es la imagen de un hombre joven que mira al espectador con desesperación e impaciencia.

Parece que la desesperación frenética que emana de sus ojos se debe a los acontecimientos políticos venideros. Tras la  Revolución de 1830 contra Carlos X, subió al trono Luis Felipe de Orleans, un rey burgués que restableció la Carta Magna y aplicó reformas liberales que favorecían sólo a la alta burguesía y no a los trabajadores, los intelectuales, y la pequeña burguesía. Coubert, ferviente republicano mostraba así su horror a través de sus ojos.

El dibujo de unos ojos no puede estar completo, nunca, sin el necesario complemento de las cejas, pues éstas tienen gran importancia en la expresión de un rostro.

«Has encogido y arrugado las cejas, como si te bailara dentro del cerebro alguna horrible idea».

Shakespeare (Otello)

Existen bastantes tipos de cejas, más o menos perfectas o más o menos cuidadas. Pero, como los ojos, son el elemento que más expresividad aporta al rostro, por ello, algunos escultores modernos pintan las cejas y los iris al darse cuenta de lo que importan para la expresividad de los ojos.

Las cejas mas bellas aparecen en las obras realizadas en Florencia y el Renacimiento. Las vamos a ver representadas por Cristofano Allori, colorista florentino más relevante de finales del siglo XVI, en su «Judith», cabalgando sobre unos ojos negrísimos. Pero también las contemplaremos muy bien tratadas a lo largo del Barroco, entre otras muchas pinturas, en la Venus ante el espejo de Pedro Pablo Rubens.

Venus y Cupido. Peter Paul Rubens.

Actualmente Will St. John es un dibujante, pintor y escultor con excepcional talento y que recrea el estilo de los grandes maestros, a los que ha estudiado y copiado en profundidad.

Si buscáis las profundas y melancólicas miradas de los antiguos maestros, así como la forma de aplicar los contrastes entre luz y sombras, lo encontraréis en la obra de este pintor actual.

Loribelle Spirovski es la artista que está detrás de estas pinturas evocadoras que recuerdan que los ojos son suficientes para la construcción de una persona.

Loribelle Spirovski retrato.

La artista asegura que usa el lienzo como un espacio donde encontrarse consigo misma y que una parte de ella se queda en cada uno de sus retratos.

Hay un elemento que se mantiene en su obra y la dota de la fuerza que consigue emocionar al espectador: los ojos, o en la mayoría de los casos, el ojo. Un punto de fuga a través del cual el resto del retrato se forma.

Los ojos tienen un poder eterno que de alguna manera logra trascender el tiempo y la cultura, por lo que era obvio tenerlos como el punto focal de cada “retrato».

Loribelle Spirovskí

¿Has pensando alguna vez en hacerte un retrato? Pues si decides posar, más información aquí.

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