William Turner, el romántico que pintó la naturaleza extrema.
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William Turner, el romántico que pintó la naturaleza extrema.

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Joseph Mallord William Turner (1175-1851) es considerado como «el pintor de la luz» junto a figuras como Joaquin Sorolla, Vermeer o el artista venezolano del SXX, Armando Reverón. Considerado una figura controvertida en su momento, actualmente, es uno de los grandes maestros de la pintura de paisaje.

Al día de hoy, William Turner es reconocido como el mejor artista de Gran Bretaña, por encima de figuras como John Constable o Lucian Freud. Turner ha dejado una marca imborrable en el arte. Los Impresionistas se inspiraron en él y estudiaron sus técnicas. Artistas contemporáneos desde Mark Rothko hasta Olaffur Eliasson y James Turrell han reconocido su influencia.

Dicen que la última frase de Turner en su lecho de muerte fue «¡El Sol es Dios!».

«Si el sol es Dios, como se supone que Turner dijo, este pintor incandescente fue el sumo sacerdote del sol y el arte está en deuda con él»

The Guardian.
William Turner, el romántico que pintó la naturaleza extrema.
Autorretrato. William Turner.

Apodaba a sus cuadros «mis hijos» y aunque tuvo hijos reales, no los reconoció oficialmente. Su pasión estuvo concentrada en el arte, en la perfección y en la competencia, no en el amor y en la familia.

Este artista británico estudió en profundidad a los maestros antiguos (Rembrandt, Rubens o Claudio de Lorena), pero, sin dejar de prestar atención a la aportación de algunos de sus contemporáneos.

William Turner fue hijo de un fabricante de pelucas y barbero y se crió en una zona popular de Londres. Su madre, Mary Marshall, era ama de casa. En 1783 murió la hermana pequeña de Turner, lo que desequilibró profundamente la mente de la madre, que fue ingresada en un psiquiátrico, donde murió en 1804.

William Turner, el romántico que pintó la naturaleza extrema.
The Shipwreck. 1805 Turner

Esta situación provocó que William Turner fuera enviado en 1785 a la casa de su tío materno, en un pequeño pueblo al oeste de Londres y cerca del río Támesis. Aquí fue donde, el joven, mostró por primera vez su interés por la pintura.

Dando muestras de un talento precoz, un año después asistió a la escuela en Margate, en Kent, al este de Londres, en el área del estuario del Támesis. Por entonces ya había realizado varias obras, que fueron exhibidas en el expositor del comercio de su padre.

William Turner, el romántico que pintó la naturaleza extrema.
The Lake of Thun, Switzerland. 1806. Turner

William Turner entró en la Royal Academy of Art con tan sólo 14 años. Sir Joshua Reynolds, presidente de la Real Academia en aquel tiempo, admitió a Turner dirigiéndolo definitivamente al mundo del arte, aunque en un principio se había sentido más estimulado por la arquitectura.

En 1790, tras solo un año de estudio, una acuarela suya fue aceptada para la exposición veraniega de la Real Academia de aquel año.​

«Fishermen at Sea«, su primer oleo, fue exhibido en 1796. Durante el resto de su vida, expondría regularmente en la Academia.

William Turner, el romántico que pintó la naturaleza extrema.
«Fishermen at Sea«

El talento de Turner fue reconocido muy pronto. Con solo 23 años se convirtió en académico. Tal independencia económica le permitió innovar de manera sorprendente para muchos.

Turner viajó mucho por Europa, iniciando su travesía en Francia y Suiza en 1802. Estudió en el Louvre de París y después visitó Venecia y Roma. En 1805, durante una visita a Lyme Regis, Inglaterra, pintó una escena de tormenta, llamada «El naufragio».

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«El naufragio».

En sus primeros trabajos conserva las tradiciones del paisajismo inglés.

En su obra «Aníbal atravesando los Alpes» de 1812 va surgiendo su énfasis en mostrar el poder destructor de la naturaleza y su peculiar estilo de pintura, que se caracterizaba por el uso de técnicas exclusivas de la acuarela que generaban luminosidad, fluidez y efectos atmosféricos efímeros. En su juventud aprendió las técnicas de la acuarela en compañía del pintor Thomas Girtin, con quien coloreó varias láminas para ilustrar libros de viaje.

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Anibal atravesando los Alpes.

El ídolo de William Turner, fue el también romántico, Lord Byron. Su reputación de escritor escandaloso, inmoral y oscuro estaba muy extendido y en su literatura se inspiró, Turner, para realizar la obra «Childe Harold a Italia» en 1832.

El pintor ofrece una panorámica de un valle casi imaginario remarcado por montañas, donde un pequeño grupo descansa en el camino, en una visión muy romántica de la realidad.

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Las peregrinaciones de Childe Harold por Italia. Willian Turner.

Parte de la fuerza de su pintura y del carácter, radicalmente, distinto de su obra, con respecto a la de su coetáneo, Constable, se debe a sus viajes. En ellos conoció a los grandes maestros y registró unos intereses mas variados sobre diferentes temas.

Turner es un pintor romántico interesado en la filosofía sublime. Su tema preferido, mostrar el asombroso poder de la naturaleza sobre el ser humano.

En sus obras de arte deja ver como el hombre es un peón y está a merced de la Naturaleza, desatada, en fenómenos naturales, catástrofes, fuegos, hundimientos y olas gigantes. Como otros artistas románticos, consideró el paisaje natural como un reflejo de su humor.

En obras como «Dawn after the Wreck» (1840) o «el Barco de Esclavos», 1840, Turner refleja el poder tempestuoso del océano y la libertad de las olas.

William Turner fue un pionero en provocar controversias en sus exposiciones e involucró a la crítica, abiertamente, en ellas para alcanzar eco en la sociedad del momento.

Turner, además de pintor, fue un hombre de negocios, que aprovechó el tirón de la aristocracia y de los nuevos ricos en la era industrial hacia el arte.

«No se encerró en cualquier buhardilla para producir ‘arte noble’ invendible», anotó John Ruskin, su primer biógrafo y principal defensor. Tampoco le hizo asco a ilustrar guías de viaje, almanaques o cualquier portada barata.

Turner perseguía el éxito. Era aficionado a trabajar en secreto durante los concursos de pintura y hasta el último minuto mantenía en secreto sus obras, que terminaban por destacar sobre las del resto de los pintores.

Esto mismo le sucedió al pintor John Constable en 1832 en un certamen de la Royal Academy. Colgó una obra (La apertura del puente Waterloo) que le tomó una década de trabajo, mientras que Turner mostró un paisaje marino de los Helvoetsluys. Un elemento nuevo, una boya de color carmesí, apareció en el último momento en su obra, que causó sensación sobre la de su adversario.

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Paisaje marino de los Helvoetsluys.

En 1835, su obra «Incendio del Parlamento» mostraba al Turner más espectacular, con esa gran llamarada que incendiaba el cielo y su reflejo en el Támesis.

William Turner, el romántico que pintó la naturaleza extrema.
«Incendio del Parlamento»

Una de las obras más famosas y preferidas por Turner, fue El «Temerario» remolcado a su último atraque para el desguace, pintado en 1838. La pintura representa una escena de la que el propio Turner fue testigo en 1838. El barco HMS Temeraire, que luchó en la Batalla de Trafalgar, es remolcado hasta su destino final: el desguace.

Esta obra, de una carga enormemente simbólica, ha sido interpretado también como una reflexión que el propio pintor hizo sobre su propia vejez

William Turner, el romántico que pintó la naturaleza extrema.
El «Temerario» remolcado a su último atraque para el desguace,

Turner fue y ha sido reconocido como un genio.  John Ruskin, describió a Turner como el artista «que más conmovedoramente y acertadamente puede medir el temperamento de la naturaleza».

Ruskin  defendió la evolución de sus paisajes y su luz rasante, también su creencia de que la naturaleza tenía una entidad simbólica suficiente para no necesitar anécdotas.

 «El más grande de su era», en palabras de su respetado, John Ruskin.

Pero hasta él vio como en sus últimos años algo había cambiado en la obra de Turner. El detallismo del principio, había dado paso a manchas de color difusos, fogonazos de luz, óleos de apariencia inacabada, o que parecían sin terminar.

Pero no, Turner no se había vuelto loco. Era mayor, sí, tenía cataratas, bebía generosamente, pero pintaba realizando un trabajo duro, poco entendido por el público victoriano. Turner inventaba la modernidad.

Su estilo se iba haciendo cada vez más abstracto. En su obra «Peace – Burial at Sea», de 1842, los reflejos del cielo en el agua se convierten en el centro de la composición. La noche, el reflejo de la luna, la niebla ligera y el mar comienzan a convertirse en elementos habituales de su obra.

William Turner, el romántico que pintó la naturaleza extrema.
Peace – Burial at Sea exhibited 1842

Pero son elementos de una gran carga simbólica. El puerto, los barcos son metáforas del viaje a lo largo de la vida. Su estilo evolucionaba hacia un estilo cada vez más libre de las tradiciones académicas e incomprendido. La crítica le tachó de demente y hasta de tomar el pelo, con sus obras, al pueblo inglés. La crítica que le había alabado, ahora echaba por tierra su trabajo.

Según envejecía, Turner se volvió más excéntrico. En general, tuvo pocos amigos, excepto su padre, que convivió con él treinta años. Cuando su padre murió en 1829, había caído en brazos de una profunda depresión.

Turner fue un pintor obsesionado por el poder de las fuerzas naturales. Se sentía atraído por el poder destructor del mar. Tenía un instinto para las tormentas y sabía, con solo mirar las nubes, cuando se podía desencadenar una.

Tenía un interés necesario por la experiencia directa, es decir tener una experiencia propia para plasmarla en el lienzo. Turner no solía pintar al aire libre, pero si tomaba notas al natural y vivía experiencias que luego traspasaba al lienzo en el estudio.

Cuenta la leyenda que una vez pidió ser atado al mástil de un barco, en una tormenta, para experimentar la sensación del mar embravecido, para luego llevarla a sus lienzos.

William Turner, el romántico que pintó la naturaleza extrema.
Sea View. 1820-1830

El escritor John Ruskin, intimo amigo y crítico de arte, cuenta en su biografía, que un crítico llamó la atención a Turner por no pintar los ojos de buey de unos barcos en una de sus pinturas. Turner explicó, amablemente, al crítico, que, en el momento en el que él había pintado el cuadro, los barcos se encontraban a contraluz y, por tanto, los ojos de buey no eran visibles.

El crítico argumentó: » de acuerdo, pero sabe usted bien que los barcos tienen ojos de buey» . Entonces Turner respondió: » Sí, pero yo me dedico a pintar lo que veo, no lo que sé».

Cuando la crítica le acusaba de pintar imágenes confusas sobre el mar embravecido, el les preguntaba

¿Cómo creen que es el mar?

William Turner

Pues en «Tormenta de nieve» en 1842, plasmó como era el mar durante una tormenta. El velero se desdibuja entre las olas embravecidas y la fuerza desbordada de la naturaleza.

William Turner, el romántico que pintó la naturaleza extrema.

El espíritu apasionado de Turner, como el de todo pintor romántico, recrea atmósferas cargadas de emociones, donde la naturaleza se manifiesta con belleza y poder infinito sobre el ser humano. Por eso es el gran pintor Romántico de paisajes.

En sus últimos años se centró en la luz pura y en los colores del reflejo. Una de sus obras más representativas es «Lluvia, vapor y velocidad» (1844) que presenta la naturaleza sumergida en un cielo encapotado y una locomotora de vapor atravesándola, vertiginoso y a toda velocidad. Por su técnica libre, se trata de una imagen casi abstracta.

Murió en su casa en Cheyne Walk, en Chelsea, Londres, el 19 de diciembre de 1851. Según sus deseos, fue enterrado en St Paul’s Cathedral, donde descansa al lado de Sir Joshua Reynolds. Su última exposición en la Real Academia fue en 1850.

Turner dejó una generosa fortuna que deseó que fuera invertida en ayudar a lo que él llamaba artistas desmoronados.

En 2005 «el Temerario» fue escogido como el mejor cuadro inglés en una votación pública organizada por la BBC.

«Lo que más me impresionó de su vida fue cómo en la misma medida en que Turner fue considerado solitario y difícil como un hombre mayor, fue también un brillante joven que logró fama y éxito temprano y hasta qué punto tantos artistas le admiraron en ese momento». «Turner es un artista totalmente único y el primero verdaderamente moderno del arte británico. Su imaginario del mundo natural definió nuestro paisaje hasta hoy. Miramos las puestas de sol y las llamamos puestas de sol de Turner. Vemos nieblas e inevitablemente hablamos sobre el tipo de nieblas que Turner evocó en su trabajo»

Franny Moyle. The Extraordinary Life and Momentous Times of J.M.W. Turner (2016).

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