
Tolouse Lautrec, cronista de la marginalidad social.
Tolouse Lautrec y Montmartre van unidos. Este distrito de París fue la cuna de la mayor producción de obras de este autor y el punto de partida, tras la revolución que representó el Impresionismo, de una una transformación radical en estilo y contenido que finalizó en las vanguardias del siglo XX.
“¿Cuántas de las personas que aparecen en sus cuadros hoy no estarían olvidadas, si su mirada atenta y compasiva no se hubiera detenido sobre ellas?”
Luis Fernando Afanador (Henri tolouse- lautrec:la obsesion por la belleza)
Pero, ¿qué sucedía en Montmartre y por qué resultaba tan atractivo a los artistas?
Montmartre es una colina de 130 metros de altura situada en la orilla derecha del río Sena, en el Distrito de París y conocida, principalmente, por la cúpula blanca de la Basílica del Sacré Cœur que se sitúa en la cumbre.
El barrio fue cuna de los impresionistas, de la bohemia parisina del siglo XIX y escenario de batallas durante la guerra franco-prusiana y la Comuna.
Se anexionó a París en 1860. Mientras que la parte Sur de la colina fue urbanizada, la parte norte, sin embargo, mantuvo su ambiente más rural con casas modestas, calles embarradas y vecinos marginales.
En 1880, Montmartre era una zona marginal y peligrosa apartada de París. No despertaba ningún interés. Solo era un rincón en el que habitaba la miseria. Pero empezó a atraer a numerosos jóvenes artistas que buscaban, sobre todo alquileres baratos para vivir.

Montmartre estaba fuera de los límites de la ciudad, libre de los impuestos y tasas de París. Pero la colina se convirtió en un área popular a raíz de que las monjas locales decidieron explotar la uva. A partir de ese momento se convirtió en una zona de libre circulación.
Se produjo en Montmartre un fenómeno singular que permitió la unión de una vida tranquila por el día y una vida canalla, libre y alegre por la noche. Tolouse Lautrec sería el protagonista absoluto.
Artistas de muy diversas disciplinas se fueron instalando en el barrio y creándose, lo que se ha denominado, “Espíritu de Montmartre“: convivencia, diversidad, sentido del humor, sensibilidad artística y compañía estimulante.

Lo vulgar, lo prohibido y lo peligroso eran un imán para periodistas, novelistas y artistas. Montmartre fue el denominador común geográfico de muchos artistas, que contribuyeron activamente a definir la estética vanguardista de la época.
El barrio se llenó de una peculiar oferta de establecimientos con una moral relajada: el Folies Bergère, el Moulin de la Galette, Le Chat Noir, el Mirliton y, sobre todo, el Moulin Rouge. Locales dónde convivían los artistas, los vagabundos, las prostitutas y los ladrones. Esta convivencia permitió a los artistas y a Tolouse Lautrec, empatizar con un sector de la población que vivía al margen de la sociedad establecida y que no era bien vista por las clases altas.

Las propias calles, los cabaret, los teatros, los cafés concierto y los circos era una fuente de inspiración para los artistas y fueron escenario de una explosión creativa, marcada por la bohemia y la vanguardia de la mano de jóvenes artistas e intelectuales que desafiaron a lo establecido.

Los salones de baile ya existían en París y eran un lugar de entretenimiento habitual para las clases trabajadoras. Entre 1880 y 1890 estos salones eran muy populares. La música alta, llenos de humo de tabaco y jarras de cerveza rebosantes, eran una vía de escape para las preocupaciones diarias de las clases proletarias y artesanas. Incluso, algunos miembros de la alta burguesía empezaron a frecuentar el ambiente
A este Montmartre llegó Tolouse Lautrec, pero también dejaran su huella, artistas como Claude Monet, Degas, Van Gogh, Renoir, Matisse, Modigliani , Paul Signac y Pierre Bonnard entre otros.
Gracias a todos ellos, Montmartre se transformó en un importante centro de cultura. El lado más oscuro de la vida de fin de siècle quedó plasmado en la obra de numerosos talentos.
“Siempre y en todos lados, lo horrible tiene sus aspectos mágicos; es emocionante encontrarlos ahí, en donde nadie nunca antes se había percatado”
tolouse lautrec

Los artistas buscaban vivir sin la dependencia de los gobiernos y en Montmartre se creó una nueva generación que reunió a escritores, músicos y productores teatrales entre los que había una gran colaboración para desarrollar el arte. Con libertad e independencia de todo tipo, también política.
“Montmartre era radical, antiestablishment y antiburgués por definición. A través de la parodia y el humor se desarrolló un arte que se exponía en la calle y los cabarés, al margen de los circuitos oficiales de museos y galerías”
Dennis Cate, comisario de la exposición
Querían sacudir el pasado y conquistar la libertad frente a las convenciones impuestas por la seguridad burguesa y los valores de belleza de las academias.

Henri Tolouse-Lautrec había tenido una infancia feliz a pesar de que padeció una enfermedad que afectaba al desarrollo de los huesos y que comenzó a manifestarse en 1874.
Su constitución ósea era débil y entre mayo de 1878 y agosto de 1879 sufrió dos fracturas en los fémures de ambas piernas, que le impidieron crecer más, alcanzando una altura de 1,52 m.
Este problema de salud le marcó para siempre, como afirmó a lo largo de su vida.
“¡Pensar que nunca habría pintado si mis piernas hubieran sido un poco más largas!”
Tolouse lautrec

Desde niño le gustó el dibujo y trazaba muchos bocetos de animales en sus cuadernos. El pintor René Princeteau, reconoció su talento y le dio algunas clases particulares. Toulouse-Lautrec decidió ser pintor.
Se fue a vivir a París en 1881. Allí, fue alumno de Léon Bonnat, que era un retratista de moda y después de Fernand Cormon. Aquí conocería y sería amigo intimo de Vincent van Gogh.
Tolouse-Lautrec fue una figura clave y pegamento entre los artistas que situaron en Montmartre su foco de acción. Esa explosión creativa que tuvo lugar en dicho barrio y que desafió lo establecido, marcó el fin de siglo, con numerosos cambios y contrastes.
En Montmartre se fue abandonando el “plein air” de los Impresionistas para trabajar en el estudio o en el cabaret en busca de nuevas expresiones artísticas.

Tolouse Lautrec supo reflejar con fuerza ese mundo alegre y despreocupado, pero marginal. Encontró la inspiración y el universo que luego retrataba. Mostró un ser humano con expresión y vida, con gestos y psicología que hablan en muchas ocasiones a través del lenguaje corporal.
Este mundo de vicio y extravagancia fue un refugio para Lautrec, quien se sentía rechazado por la nobleza a la que pertenecía por origen. Su minusvalía causaba rechazo en los salones chic, y en Montmartre pudo pasar desapercibido y dar rienda suelta a su vida.
Criticaba a todos aquellos que reflejaban paisajes en sus cuadros, ya que él opinaba que lo que verdaderamente valía la pena eran las personas, el pueblo. Se mezclo con él y lo pintó.
Tuvo grandes amigas entre las clases marginales, como la bailarina Jane Avril.
Se consideraba a sí mismo un cronista social. En este ambiente desarrolló su obra Tolouse-Lautrec
” A altas horas de la noche, el escenario es indescriptible. La bebida despierta las pasiones latentes de los que bailan, pasiones que en este lugar no deben contenerse en modo alguno […] Después, se deja la sala libre para la actuación final del grupo, que brinda el baile más extraño que uno se pueda imaginar en este ambiente estrafalario. El libertinaje solemne y a la vez sosegado de estas mujeres, la multitud urgente, que se apiña alrededor de la pista de baile para no perderse algo especialmente atrevido, la excitación de todos los presentes, que se manifiesta por doquier “
Palabras de un cronista anónimo
En 1890, Tolouse Lautrec viajó hasta Londres donde conoció y retrató a Oscar Wilde. Diseñó para él, el programa de mano repartido en el estreno parisino de su drama “Salomé.”
La vida no fue muy generosa con Tolouse Lautrec, sin embargo. El alcoholismo deterioró su salud, y a partir de 1897 padeció manías, depresiones y neurosis, además de ataques de parálisis en las piernas y en un costado.
En 1897 tuvo que ser recogido de las calles a causa de una borrachera, y poco después en un delírium trémens llegó a disparar a las paredes de su casa creyendo que estaban llenas de arañas.

Sin embargo, seguía pintando de forma firme y rápida. Lo volvieron a recoger alcoholizado en 1899 y lo internaron en un sanatorio mental, donde realizó una colección de pinturas sobre el circo. Le dejaron ir a casa de su madre cerca de Burdeos, y el 9 de septiembre de 1901 murió postrado en su cama, con 36 años
“Soy feo, pero la vida es hermosa”
TOULOUSE-LAUTREC.
La obra de Toulouse-Lautrec se caracteriza por su estilo fotográfico, espontaneo y la capacidad de captar el movimiento en sus escenas.

“Yo pinto las cosas como son. No comento”
Tolouse Lautrec
La originalidad de sus encuadres son influencia del arte japones: líneas diagonales a la hora de componer y corte repentino de las figuras por los bordes. Poseía memoria fotográfica y pintaba de forma muy rápida. Su primera influencia fue la pintura impresionista, sobre todo, Degas, de quien siguió la temática urbana alejándose de los paisajes que interpretaban Monet o Renoir. Se le considera postimpresionista y fue la vanguardia del modernismo y del art nouveau.
Tolouse Lautrec supo expresar la verdad incómoda, que le rodeó. Sus personajes tienen alma y una cierta intemporalidad, lo que refleja un tipo de arte innovador y adelantado para su tiempo.

Sus obras representan a personas que andan por la calles, escenas cotidianas del día a día de un barrio marginal. Imágenes cargadas de sátira, ironía, caricaturas de la vida humana que critican la condición humana en general y la sociedad del momento, en particular.
“En Montmartre es donde fuimos verdaderamente felices, fuimos considerados como pintores”.
Picasso
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