
Matisse y sus “fieras”. Libertad y transgresión para un nuevo arte.
Cualquier innovación en el arte, verdaderamente nueva, implica siempre
un desafío. El avance, a veces, en cualquier disciplina, puede llegar a resultar escandaloso para aquellas mentes que no están preparadas para percibirlo y entenderlo.
Algo parecido sucedió a los visitantes de los museos, de tipo conservador, en 1905, cuando vieron las pinturas de Matisse, Derain, Vlaminck y sus colegas de profesión.

Octubre de 1905 fue una fecha decisiva para estos artistas. Sus obras eran expuestas en el Salón de Otoño. Ante las obras de la sala VII, el crítico de arte, Louis Vauxcelles, las calificó de “fieras”, debido a la fortísima intensidad de las tonalidades utilizadas, en contraste con los dos bustos de mármol expuestos en la misma sala, del escultor Albert Marque, de corte renacentista y al estilo de Donatello.
Lo usó por primera vez en su crítica de arte publicada en el periódico Gil Blas, el 17 de octubre de 1905, en un artículo dedicado al salón artístico.
“En el centro de la sala, un torso de niño y un pequeño busto en mármol de Albert Marque, que modela primorosamente. El candor de esos bustos sorprende en medio de la orgía de tonos puros: ¡Donatello entre las fieras!”
Louis Vauxcelles
La cita hace referencia directa a las obras expuestas entre las que se encuentra “Mujer con sombrero” de Matisse.

Allí también se expuso el Retrato de la Señora Matisse o La línea verde, que fue interpretada por la crítica como una caricatura a la feminidad y una excentricidad en la pintura de retrato.

Obras de arte, que hoy podemos considerar alegres y decorativas, en 1905 resultaban violentas y salvajes, de gran impacto a la vista debido a los colores puros que utilizaban sus creadores.
Y, en cierta manera, era normal, porque el público todavía estaba intentado asimilar las innovaciones artísticas de los Impresionistas frente al arte académico que poblaba las salas y exposiciones de los museos.
Si no habéis descubierto todavía de quien venimos hablando desde el inicio, se trata del grupo Fauve (fiera). Así fueron llamados Matisse y sus amigos cuando en 1905 expusieron juntos, aunque los propios artistas no utilizaban dicho nombre.
«Me dice Matisse que aún no tiene ni idea de lo que significa la palabra
Contaba el escritor George Duthuit.
“fauvismo”»
El movimiento Fauve podría decirse que surgió a partir de 1905 debido al gran interés que suscitaron las obras de estos artistas. Fue breve. En 1907 los críticos de arte se dieron cuenta de que el movimiento estaba desintegrándose.
El fauvismo es sinónimo de libertad y transgresión. En la pintura representó la revolución del color y del desapego a la tradición. Fue la primera gran vanguardia artística del siglo XX.

Fue un movimiento polémico y exuberante, basado en la exaltación de los tonos puros, y situó la independencia del color en el centro del debate artístico. Fruto de un la creatividad arrolladora de un grupo de jovencísimos artistas que procedían de diversos talleres.
Hablar del grupo Fauve es, hablar de Matisse realmente ya que siempre fue denominador común y la presencia constante.
Matisse fue quien, suscitando y guiando los experimentos de sus compañeros mas jóvenes, engendró el fauvismo. La historia del fauvismo es en gran parte la historia de este periodo de Matisse.
El grupo fauve, sin embargo, precedió tanto al movimiento como al estilo, pues ya había empezado a formarse antes de 1900, a partir de la interacción de tres círculos distintos.
Por un lado estaba Matisse con sus compañeros de estudio del taller de Gustave Moreau y de la Academia Carriere. Hablamos de Albert Marquet, Henri Manguin, Charles Camoin, Jean Puy y Georges Rouault.

Por otro lado, tenemos a la llamada Escuela de Chatou, con André
Derain y Maurice Vlaminck.

Y en tercer lugar, el grupo de El Havre, los últimos en llegar y adherirse al movimiento: Emile-Othon Friesz, Raoul Dufy y Georges Braque.

Kees Van Dongen, se uniría por libre, ya que había conocido a los artistas en los salones y exposiciones en las que conseguían colgar sus obras.

Los primeros contactos que condujeron a la creación del Fauvismo se remontan a 1892 cuando Matisse contaba con 22 años.
Llevaba un año en París estudiando en las frustrantes y academicistas clases de Bouguerau en la Academia Julián.
Se incorpora al estudio de Gustave Moreau en la Ecole des Beaux-Arts. Allí conoce a Georges Desvallieres, que seria uno de los organizadores del famoso Salón de Otoño de 1905, y a algunos de los artistas con los que expondría: Georges Rouault, dos años mas joven que Matisse y Albert Marquet, que solo tenia diecisiete años.
Gustave Moreau era un maestro atípico dentro de la rigidez del mundo académico. Siempre incitaba a sus alumnos a expresarse libremente y a buscar la autonomía y personalidad pictórica propia.
El grupo de alumnos de Moreau, alrededor de Matisse y al que llegaron otros jóvenes artistas, comenzó a experimentar con los colores puros y las pinceladas expresivas, guiados por la pintura moderna de Van Gogh, Gauguin y Cézanne que, en aquellos años, se exponían en las galerías más atrevidas y avanzadas de París.
Pintaban juntos, motivados por un fuerte espíritu de grupo. Eran momentos de formación y descubrimientos.
Matisse fue el pegamento que aglutinó a todos. En 1896 envió algunas de sus pinturas de estudiante a la recién fundada Societe Nationale des Beaux-Arts.
Consiguió vender una de ellas al Estado y fue elegido miembro de la sociedad. Todo parecía ir bien en su carrera de pintor hasta que, en 1897, expuso en La Nationale su obra “La mesa de comedor” que provocó una reacción muy hostil en la crítica.

Moreau, no obstante, defendió “La mesa de comedor”, cosa que Matisse agradeció, por respetar el cultivo de su individualidad como artista. Gustav Moreau, les había incitado a realizar un tipo de arte que tuviese personalidad propia y poder volcar en sus obras sus sentimientos.
Aunque Moreau era un maestro brillante, su estudio resultó un poco hermético y aislado, para nuestros jóvenes artistas.

Los futuros fauves descubrirían el movimiento moderno por su cuenta, y uno a uno se fueron iniciando en su práctica.
En 1897, Matisse conoce a un amigo inglés de van Gogh, John Russell, que acabó de acercarle a la pintura de los impresionistas y los neoimpresionistas. También conoce a Pissarro, que le anima a viajar a Londres en 1898 para estudiar a Turner.
En 1898 vuelve a París . Matisse se entera de la muerte de Moreau
y que su sucesor es Fernand Cormon, artista de talante extremadamente
conservador. Rápidamente, Matisse recibe la invitación para que abandone el taller.
«Pensé que podía volver a la Academie Julia, pero tuve que irme rápidamente. Los alumnos se tomaban a broma mis estudios. Por casualidad me enteré de que en la rue de Rennes, en el
Matisse
patio del Vieux Colombier, había un estudio organizado
por un italiano al que todas las semanas iba Carriere a corregir. Trabajé allí, y conocí a Jean Puy, Laprade, Biette, Derain y Chabaud. No
había ningún discípulo de Moreau»
Su incorporación posterior a la Academie Carriere ensanchó su círculo social y artístico. Derain será uno de sus amigos más importantes, a través del cual conoce a Vlaminck.
El triángulo esencial del fauvismo quedaba, así, constituido.

Desde 1900, más o menos, Matisse se embarca en una obsesiva búsqueda de opciones de variación estilística de la pintura impresionista.
Se libera de la fascinación que los Impresionistas sienten por el mundo exterior para dejarse seducir por el mundo del arte, y especialmente por el mundo del color.
Los temas siguen siendo impresionistas y nabis (naturalezas muertas, paisajes urbanos) y también alguno académico (desnudos de modelo)
Sin embargo, Matisse descubre la libertad al no verse atado por ningún sistema o corriente concreta.
Matisse, no solo, combina los métodos neoimpresionistas y nabis, sino que los injerta en su propio estilo alternativo, a la vez influido por la tercera opción postimpresionista de Cezanne. En 1899 pinta “El invalido”, que reúne todas las influencias.

En 1900, el arte de Matisse era probablemente “más salvaje” que en su periodo propiamente Fauve.
Una impetuosa, casi imprudente, libertad se manifiesta en los chorros de verde, pinceladas carmesí y marcas de espátula que recorren la figura y
El fauvismo
el fondo de los llamados desnudos fauves.
John Elderfield
Matisse fue al mismo tiempo jefe y eje de este círculo. La interacción de las distintas personalidades influyó decisivamente en la evolución del fauvismo.
La diferencia de personalidades quedó plasmada en la serie de retratos recíprocos que pintaron Matisse y Derain durante el verano de 1905 en Collioure.
Con trazo suelto de colores intensos y saturados, Matisse está representado como el maestro reservado y seguro de sí mismo y Derain como el compañero más joven y algo más exuberante.
Derain, pintado por Matisse Matisse, pintado por Derain.
Matisse, Derain y Vlaminck son los fauves más importantes. También son los más osados pictóricamente.
El primer estilo verdaderamente fauve, fue la obra de Matisse y Derain de 1905. Combina características derivadas de Seurat y van Gogh, con la pincelada restregada, frotada, y las divisiones arbitrarias de color que
recuerdan a Cezanne. El color plano, propio del fauvismo de 1906-07 tampoco hubiera existido sin el ejemplo de Gaugin.
Están influidos por el posimpresionismo especialmente por Signac que motiva la obra inicial de Matisse “Lujo, calma y voluptuosidad” de 1904.

El fauvismo fue un movimiento radical alentado por un espíritu de renovación que era el motor, como demuestran las palabras de Matisse.
«el artista, empachado de todas las técnicas del pasado y del presente, se pregunta a si mismo: que quiero yo?
Matisse
Las pinturas fauves poseen un carácter directo y una claridad individual que siguen pareciendo hoy día, si no descarnados, si elocuentes, y de una asombrosa inmediatez y pureza.
«La valentía para volver a la pureza de recursos fue el punto de partida
matisse
del fauvismo»
El fauvismo no fue solo, una simplificación de la pintura. En este sentido, el fauvismo fue un movimiento sintético, que trató de usar y englobar los métodos del pasado inmediato.
El fauvismo, más, basado en las amistades de sus componentes, no hizo nunca declaraciones teóricas o de intenciones. No formalizó ningún Manifiesto ni un único estilo común.

María Teresa Ocaña, comisaria de la exposición que la Fundación Maphre dedicó al movimiento, destaca varios aspectos de este movimiento que revolucionó la pintura a través del color.
- Consideran al tema como algo secundario, interesándose por todos los temas, especialmente las composiciones con figuras añadiendo motivos decorativos.
- Reforma de la pintura a través del color. Le dieron al color una preponderancia y personalidad que no tenían los Impresionistas. Los fauves, sobre todo Matisse, Derain y Vlaminck, imaginaron sus propios colores y pusieron sus sentimientos en su plasmación y en la composición de las pinturas.
- Los fauves defendieron la independencia del color como su máxima. La supremacía y la arbitrariedad del color, junto al trazo impetuoso son los principales rasgos de las obras de estos artistas. El color es el centro de la creación. De hecho, Vlaminck manifestaba usar los colores «puros tal y como salen del tubo» en el lienzo.
Tres obras destacan entre por encima de las demás entre las realizadas por el grupo Fauve.
Las velas rojas de Derain (1906).

Una obra basada en la exuberancia de color, utilizando colores aplicados de tal forma que captan la luminosidad del ambiente y la fuerza del sol, que se refleja sobre las aguas del Támesis. En la composición destaca la vela roja, luminosa y vibrante.
Esta obra, entre otras fue realizada en Londres. Ambroise Vollard, fue el marchante de las vanguardias de arte en Europa. Financió a Derain sus viajes a la capital inglesa para poder hacer lo que ya había hecho Matisse, pero con una visión propia.
Retrato de Marguerite de Matisse (1907).

En esta obra, Matisse retrata a su hija, como lo hizo en varias ocasiones. En este retrato el color cede en favor de otros tonos más contrapuestos, como amarillos y verdes.
Inscribe el nombre de su hija en la parte superior del lienzo con letra infantil. Matisse prestaba mucha atención a los ejercicios de pintura y escritura que realizaban sus hijos, a los que retrata pintantando en otras ocasiones.
Esta obra forma parte de la colección privada de Picasso. En un momento dado, Matisse y Picasso hicieron un intercambio de obras y el pintor malagueño se quedo con el retrato de la hija de Matisse.
Femme nue blonde (1906)

Esta obra de Van Dongen se ha visto muy pocas veces en Europa y en España se vio por primera vez en la exposición de la Fundación Mapfre dedicó al grupo Fauve.
Van Dongen fue un artista que se unió al grupo más bien tarde. Nunca formó parte del núcleo central de Matisse, Derain y Vlaminck.
Ni siquiera fue tan fauvista como ellos. Pero esta obra alcanza ese nivel de fiereza del que hablo Vauxcelles cuando tildó con ese apelativo al grupo y sus obras.
La obra muestra un desnudo en el interior de un burdel visto desde arriba. Con Kees Van Dongen volvió el mundo de la vida nocturna con sus prostitutas y bailarinas. El desnudo es fauvista, no solo por la utilización de colores vivos, si no también por la fuerza que representa el propio desnudo.
Este pintor fue el último fauve y mantuvo la exaltación del color hasta 1910, cuando el resto del grupo se había ido alejando de los conceptos fauves entre 1907 y 1908.
Cada uno de nosotros rechazó la parte del fauvismo que consideró excesiva, cada uno según su propia personalidad para dar con una trayectoria propia.,
definió Matisse en una frase
El fauvismo duró, tan solo, dos años pero revolucionó el academicismo anterior, lo cual no es una novedad ni fue la primera gran vanguardia del XX. Pero si consiguió crear un debate productivo por su libertad de ejecución y el empleo de tonos puros.
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