
El Trampantojo, ilusión y realidad fundidas en una obra de arte.
El diccionario de autoridades de 1737 define trampantojo como un «enredo o artificio para engañar, o perjudicar a otro a ojos vistas».
Trampantojo es un término de origen francés publicado por primera vez en el Diccionario de Bellas Artes de Aubin-Louis Millin en 1806 y así lo definía :
«así llamamos a la ilusión que produce un objeto pintado, hasta el punto de seducir y engañar a la gente y que los italianos llaman inganni»
El pintor Louis Leopold Boilly, gran cronista de París en sus obras, ya lo había utilizado, sin embargo, para hablar de la obra que presentó en el Salón de París de 1800.

El término trampantojo, en francés trompe-l’œil es una técnica pictórica que intenta engañar la vista del espectador utilizando diversos elementos como la perspectiva, el sombreado y el entorno arquitectónico, que puede ser real o simulado. Incluye efectos ópticos que pueden dar intensidad a la propia realidad representada.
Esta faceta del arte del engaño aparece en gran parte de la literatura, desde la antigüedad, y alude a la capacidad que tienen los artistas de reproducir la naturaleza. Esta capacidad se denomina MIMESIS, siendo a partir de Aristóteles, cuando se utiliza para denominar así a la imitación de la naturaleza como fin esencial del arte.
En su Historia Natural (Libro 35), Plinio relataba un episodio que influyó, enormemente, a los artistas del Renacimiento. Relataba el episodio vivido por dos artistas de su época: Zeuxis y Parrasio. Ambos fueron pintores durante el siglo V a. C.
Ambos artistas participaban en un concurso. Zeuxis pintó unas uvas de un realismo tan exagerado que hasta los pájaros se acercaban a intentar comérselas. Parrasio respondió al reto con una pintura que representaba una cortina. Zeuxis pide al artista que retire la cortina para poder admirar la verdadera obra, cuando se da cuenta, un tanto avergonzado, que ha caído en el engaño de considerar que la cortina era real.
Admirado por la obra, reconoce la habilidad y el talento del artista. Él había podido engañar a unos pájaros con sus uvas, pero Parrasio le había engañado a él con una cortina.
Así, los artistas del Renacimiento consideraron que había llegado el momento de emular a estos artistas clásicos y más en un momento en el que se recupera la inspiración de Antigüedad clásica.

La técnica del Trampantojo trata sobre la capacidad del artista de revelar su genio y ésto sucedió gracias al manejo de la perspectiva y la revolución óptica que supuso a la hora de representar la realidad.
La pintura medieval ignoraba la perspectiva y la representación de la tercera dimensión de las figuras dando lugar a representaciones con formas ingenuas un tanto primitivas. El descubrimiento de las leyes de la perspectiva en la Florencia del humanismo quattrocentista, impulsó el uso de los trampantojos. Los primitivos flamencos también desarrollaron simultáneamente la representación de la tercera dimensión sobre la base de técnicas artesanales, como los espejos.

Los trampantojos suelen ser pinturas murales de acentuado realismo con una perspectiva que hacen creer al que las contempla, desde un determinado punto de vista, que sobresalen del muro o fondo donde están pintadas.

Durante el Renacimiento y el Barroco, el trampantojo tuvo su gran momento y se crearon numerosas obras en las que se buscaba el efecto de falsa realidad.
A principios del siglo XVII, en este periodo que equivocada o correctamente ha sido llamado Barroco, el pensamiento deja de moverse dentro del elemento de la semejanza. La similitud no es ya la forma del saber, sino, más bien, la ocasión de error, el peligro al que uno se expone cuando no se examina el lugar mal iluminado de las confusiones.
MICHEL FOUCAULT, 1968
La naturaleza muerta es uno de los géneros pictóricos que más posibilidades ha brindado a los artistas para experimentar con el ilusionismo y el trampantojo. Surge como género, casi a la vez, en España, Italia y Holanda a finales del siglo XVI. Una de las primeras manifestaciones será el bodegón de Antonio Leonelli, fechado entre 1500 y 1510.

El desarrollo de este género está sumamente relacionado a la figura del artista toledano Juan Sánchez Cotán y su dominio de la perspectiva y las técnicas del ilusionismo. Este artista, influido por algunos de los artistas que trabajaron en El Escorial, desarrolló el carácter metapictórico de la pintura o la obra dentro de la obra.

Hasta ahora la representación de objetos diversos y cotidianos, flores y frutas formaban parte de los márgenes de las pinturas de tipo religioso o como complemento en obras de temática histórica, paisajista o retratos. Con el desarrollo del género de la naturaleza muerta se convierten en los protagonistas de la obra y pierden su carácter, meramente, accesorio y se trata de retratar los objetos de la forma más realista posible.
En este tipo de obras no hay representación alguna de figura humana, pero el individuo se intuye porque ha sido él que ha colocado los objetos para ser representados.

Las naturalezas muertas suelen mostrar sus objetos sobre un fondo negro o de color neutro para dar mas sensación de cercanía y realidad. La luz proviene de uno de los lados y genera sensación de volumen en los objetos.
Hacia mediados del siglo XVII, en Holanda, esta técnica alcanzó la mayoría de edad y se le consideró un género independiente de la naturaleza muerta. Se diversificó en cuanto a temas y eran muchos los compradores que solicitaban este tipo de obra. Los primeros representantes de esta nueva tendencia fueron dos alumnos de Rembrandt: Samuel Van Hoogstraten y Carel Fabritius.


El primer objetivo del Trampantojo es engañar el ojo del espectador para, posteriormente, sorprender y fascinar al ser el engaño descubierto. Para ello, el pintor, utilizará diversas técnicas, para que la pintura simule la ilusión de la realidad.
Tanto los artistas italianos del Renacimiento como los flamencos quisieron un acercamiento al naturalismo y querían que sus obras se confundieran con la realidad. Surge, así, un nuevo tipo de Retrato. Ese en el que el personaje se gira y nos observa detrás de un muro, una ventana, es decir objetos que permiten encuadrar al personaje.
Intentan que el protagonista sea pintado a escala real y los materiales de las ventanas y marcos representados imiten a la perfección a los reales. El detallismo se afina, de forma que se pintan desconchones e imperfecciones propias de estos materiales para provocar una falsa sensación de realismo.

Para cumplir el objetivo del Trampantojo, los pintores se ayudaban de diversos elementos que introducían en sus obras. Los pintores holandeses introdujeron la cortina ilusionista.
El uso de cortinas era una práctica habitual en la vida real y los coleccionistas solían utilizarlas para cubrir sus obras y protegerlas de los elementos naturales como la luz y el sol. De esta manera, los pintores se apropian de un elemento real para utilizarlo en sus obras.

La cortina introduce en la obra el juego de lo visible y lo invisible y el pintor obliga al espectador a centrar la atención en la parte visible.

La pintura de trampantojo requiere de una paciencia ilimitada una disciplina rigurosa. […] Se trata, por lo tanto, de un largo trabajo, alejado de la manera alla prima o del esbozo. No es un acabado aproximativo un análisis de los detalles más pequeños de la materia y de la textura de los objetos
LA PEINTURE EN TROMPE-L’OEIL. CADIOU ET GILOU. 1989
Otro de los recursos más utilizado y con más representación dentro del Trampantojo ha sido representar los objetos o el personaje en el interior de hornacinas, ventanas o muebles, con el fin de generar ambigüedad al espectador.
Este juego es, magistralmente, utilizado por Walter Goodman, pintor, ilustrador y retratista en su obra El vendedor de estampas.

Pere Borrell del Caso destaca con su obra Huyendo de la crítica, un magnifico ejemplo de la pintura de trampantojo y que, actualmente, se conserva en la colección del Banco de España.

El papel es otro de los elementos utilizado para crear trampantojos. De esta manera es común encontrar obras donde aparecen manuscritos, almanaques y grabados que cuelgan de fondos de madera o muros.

Los quodlibet se consideran, dentro del ámbito de la pintura, un subgénero del trampantojo. Son composiciones formadas por una serie de objetos de la vida cotidiana que forman una escena: cartas, grabados, relojes, objetos personales, monedas y utensilios.
Habitualmente, estos objetos aparecen fijados mediante unas cintas rojas claveteadas, formando líneas o cuadrículas.

El trampantojo adquirió especial riqueza en Estados Unidos durante el S XIX y principios de SXX. Los temas tratados eran diversos, desde documentos, artículos de fumador, instrumentos musicales y colecciones de objetos. Los cuadros presentan una variedad de estilos y composiciones

En Estados Unidos se trata de un género cargado de ausencia y abundancia. Ausencia de personas e historia, pero abundante en cuanto al número de obras producidas y que los artistas utilizaban para satisfacer diversas necesidades en diversos momentos.

En España, Las Meninas de Velázquez, obra que se exhibe en el Museo del Prado, es un óleo a escala natural y un trampantojo revolucionario. El pintor creó una composición compleja y creíble, que transmitía sensación de vida y realidad. La escena pintada es tan real que cuando el poeta Théophile Gautier la vio, por primera vez, se preguntó: “Pero donde está el cuadro?”
En la pintura contemporánea, los surrealistas, sobre todo Dalí y Magritte han utilizado el trampantojo con mucha frecuencia.

Artistas como Escher, conocido por sus grabados xilográficos y dibujos, que consisten en figuras y mundos imaginarios, han utilizado la perspectiva para falsear el concepto de realidad visible. Las escaleras, fueron un elemento muy utilizado por este artista y son un recurso común en obras de trampantojo, por la complejidad que representan.

La decoración urbana comenzó a utilizar el trampantojo en el Renacimiento. Hoy en día se sigue utilizando. El artista Richard Hass decora con sus murales, grandes edificios institucionales.

En la actualidad el Trampantojo es una técnica muy utilizada por el arte urbano para decorar paredes de edificios y muros.

“Porque la realidad solo depende del punto de vista del espectador”
Guillermo Solana y Mar Borobia (comisariado de Hiperreal. El arte del trampantojo)

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Bibliografía. Catálogo Hiperreal. El arte del trampantojo. Exposición Museo Museo Nacional Thyssen-Bornemisza


Un comentario
sergio Rafael Gómez y Sordi
El artículo es sobresaliente Sin restricciones de público. Satisface la necesidad del lector curioso o del profesional-como es mi caso- Impecable como todas las publicaciones. Felicito nuevamente a la autora. Muchas greacias