
Los aquelarres mas artísticos de la Historia. Brujas y escobas.
Las brujas y las calabazas son los dos grandes iconos de la fiesta de Halloween que se celebra el 31de octubre. Cuentan las leyendas, que las brujas se reunían en aquelarres convocados por el Diablo, el 31 de octubre y el 30 de abril. Era, en estas fechas concretas, cuando los poderes del Diablo y de las brujas alcanzaban su cenit.

La magia, la brujería y la creencia e invocación de seres sobrenaturales ha estado presente en la cultura humana desde sus inicios. También existían castigos para aquellos que causaban daños mediante la invocación de fuerzas sobrenaturales, sin llegar por ello a una persecución masiva como sucedió con las presuntas brujas.

La Peste Negra trajo consigo una gran crisis económica, social y cultural que, unida a la crisis religiosa que atravesaba Europa, debido al Cisma de Occidente, fomentó la llamada Caza de Brujas. Fue un fenómeno que ocurrió en el Viejo Continente y que afectó, especialmente a las mujeres, La idea más extendida entre los teólogos y juristas de la época era la existencia de una conspiración del Demonio para acabar con la Cristiandad.
«Todo eso hace que Satán ya no sea pensado como el tentador que instiga malos pensamientos o posee a las personas: a partir de ese momento, él interviene físicamente, realmente, en el mundo por medio de la seducción de fieles para construir una antisociedad en el seno de la Cristiandad, una anti-Iglesia y un reino del diablo sobre la tierra; peligros a combatir».
(Ostorero, Martine (2019). «La sorcière, le diable et l’inquisiteur».)
Así fue como a finales de la Edad Media comenzó a establecerse una nueva imagen de la bruja, que tiene su principal origen en la asociación de la brujería con el culto al Diablo.

La imagen que mas reconocemos de las brujas, en el mundo occidental, es la de aquellas mujeres feas subidas en una escoba o rodeadas de gatos negros alrededor de un caldero humeante.

Canon episcopi, es un documento que se publicó en el 906 y que se burlaba de la idea de que existieran estas mujeres que volaban sobre escobas. Fue en el siglo XIV cuando cambió la percepción sobre la cuestión de las brujas. En 1330, Álvaro Pelayo, monje franciscano, escribe el documento De planctu ecclesiae y además de ser el precursor del Malleus Maleficarum, es un texto religioso totalmente contrario y perjudicial para la figura de la mujer, a la que se consideraba alidada del Diablo y en el que se llamaba a los hombres a una guerra santa contra ellas.
Si bien, hasta ahora se había reconocido tanto la existencia de brujos y brujas, con estos nuevos documentos procedentes de la Iglesia, la persecución recayó, exclusivamente, sobre cualquier mujer que escapaba o sobresalía sobre el estereotipo que se tenía de la mujer entonces.
“… en general, cualquier mujer que destacara podía suscitar la vocación de cazador de brujas. Replicar a un vecino, alzar la voz, tener un carácter fuerte o una sexualidad un poco demasiado libre, ser un estorbo cualquiera bastaba para ponerte en peligro”
(Mona Chollet, Brujas ¿Estigma o la fuerza invencible de las mujeres?)”
El libro definitivo que facilitó la caza de brujas fue Malleus maleficarum o El Martillo de las brujas, que se publicó en Alemania en 1486. La aparición de la imprenta y el auge de la demonología durante el Renacimiento, hicieron que el tratado se hiciera muy famoso entre el público en general y confirmaba la existencia de las brujas.
Fue así como comenzó el famoso periodo de la caza de brujas y la misoginia de la Iglesia quedó patente, ya que este documento convertía a las mujeres brujas (léase, toda aquella mujer que se atrevía a romper las normas que la sociedad masculina le imponía) en monstruos capaces de cohabitar con el Diablo y convertirse en sus siervas.
El arte, como canal expresivo, contribuyó en gran medida a la construcción de la iconografía de las brujas. Alberto Durero fue el primer pintor de brujas. Su grabado de 1947 “Las cuatro Brujas” fue una ilustración recurrente que aparecia en las ediciones impresas del “Malleus Maleficarum”.

Mientras en el anterior la caracterización de las bruja era relativamente hermosos, en su grabado Bruja montando una cabra al revés (1500) la iconografía de la bruja cambia radicalmente. Aquí ya vemos a la bruja fea, mal encarada y subida sobre un macho cabrío.

Estos dos grabados de Durero son muy importantes porque conformarán el modelo de la bruja moderna, tal y como ha llegado hasta nuestros días a través de los cuentos y las películas.
Sin embargo, la historiadora Renilde Vervoort, comisaria de la exposición “Las brujas de Brueghel” atribuye la imagen de las brujas, tal y como las hemos conocido a lo largo de la historia, al artista del mismo nombre, en particular a través de sus dos obras Santiago en la cueva del brujo y Santiago y la caída del brujo.

Los grabados fueron elaborados en el taller del grabador Hieronymus Cock. Situado en la ciudad de Amberes, fue donde el pintor realizó su aprendizaje.
Brueghel, dio a los artistas de los Países Bajos la imagen para representar a las brujas. Más de 160 cuadros fueron elaborados por los pintores holandeses entre 1565 y 1700 sobre este tema, en los que se representaba la imagen de la bruja y eran comprendidos por todo el que los miraba si mediar explicación sobre lo representado.
“El mérito de Brueghel es haber conseguido inventar una imagen eficaz que podía entenderse sin necesitar ninguna explicación”
Renilde Vervoort.
Hans Baldung (1484-1545), discipulo de Durero fue un artista renacentista alemán y otro de los encargados de establecer la imagen de las brujas. Su obra más destacada fue El Sabbath de las brujas, una obra que nos presenta a varias brujas, bajo la iconografía establecida y que preparan una reunión nocturna (Aquelarre).

La noche precedente al 1 de noviembre, los espíritus de los muertos aparecían y se mezclaban con los vivos. En estas noches, las brujas montaban a horcajadas en sus escobas, hechas de madera de retama y untadas con un ungüento compuesto de diversas y particulares plantas para realizar sus particulares rituales en los Aquelarres.
Las composiciones artísticas del momento sirvieron, en una época en la que la cultura estaba solo al alcance de la iglesia y la nobleza, de forma exclusiva, para transmitir una imagen de la mujer bruja que ha llegado hasta nuestros días. La imaginería de las brujas y su caza ha dado como resultado un gran número de lienzos con personajes siniestros que han transcendido en el tiempo. Y no solo en el Arte, sino en en los cuentos y en las películas.
Goya es otro artista que dedicó parte de sus obras a la representación de la bruja. Pintó seis cuadros para el Gabinete de la Duquesa de Osuna y trató el tema de la brujería en dos momentos. En su serie Los Caprichos fue denunciado por la propia Inquisición y su obra retirada por la hostilidad que mostraba frente al tribunal y hacia una España que todavía creía en prácticas supersticiosas y oscurantistas.
“Ya, ya, ya. Ni temo a brujas, duendes, fantasmas, valentones, gigantes, follones, malandrines, etc., ni ninguna clase de cuerpos temo, sino a los humanos”.
Carta de goya a martin zapater. 1789

Una de las obras más representativas es la de Brujas yendo al Sabbath de Luis Ricardo Falero, pintor encuadrado en el movimiento del Romanticismo tardío.
Sus obras, mayoritariamente, sobre desnudos femeninos fueron tildadas casi de pornográficas. Fue, cuando llegó a Londres, que tuvieron una gran acogida entre la sociedad victoriana, que gustaba de las historias sobre el mas allá y las sesiones espiritistas.

Muchos han sido los artistas que se vieron influidos por la “existencia” de las brujas. Uno de los casos más representativos fue de Guido Reni, artista Barroco.
Reni creia y vivia atemorizado por el hecho de que alguna bruja pudiera envenenarle mediante sus bebedizos. Tenia miedo a las “viejas” y evitaba cruzarse con ellas. Cocinaba, personalmente, toda su comida por miedo a ser envenenado por alguna bruja y no dejaba entrar a ninguna mujer en su casa. Atribuía a las brujas cualquier suceso extraño que le pasaba.

Sin embargo, no todos los artistas vivian temerosos de las brujas. El prerrafaelita John William Waterhouse se vio atratido y fascinado por esas leyendas de mujeres que bebian de lo sobrenatural y que eran hermosas, jovenes y poderosas.
El artista demuestra en varias de sus obras que tenia conocimientos sobre brujería y magia. El circulo mágico, de 1886 lo demuestra

Actualmente, la brujería sigue siendo una práctica. Y se acerca la noche de las brujas y lo oscuro 👻 🎃🎃🎃
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2 Comentarios
Diana
Buena tarde me ha intersado mucho este artículo.
Estoy en la búsqueda de biblografía dedicada a la representación de la brujería en el arte, ¿podrías orientarme sobre libros o autores que traten el tema?
Muchas gracias
Yolanda
Hola Diana, en primer lugar agradecerte el comentario.
Si te interesa el tema, el Museo del Prado cuenta con una colección bastante extensa que trata este tema. A través de su página web si buscas magia y brujeria obtienes interesantes resultados.
Te recomiendo también el libro
BRUJERIA. LA BIBLIOTECA DE ESOTERISMO
JESSICA HUNDLEY.
Brujería, hechicería, rumores y habladurías
Autor/AutoraPamela Stewart
Andrew Atrathern
Y consulta el blog https://vaventura.com/divulgacion/historia/brujas-la-historia-arte
que hace muy buenas aportaciones al tema.
Un saludo