
La tapicería más que un oficio, un arte.
El término tapicero es entendido en dos sentidos. Por un lado se refiere al artesano que elabora tapices, pero también al que recubre con tapices, tela u otro material, asientos y muebles. Este segundo sentido del término tapicero requiere de un artesano con conocimiento en estructuras y materiales y es el que va más unido al arte de la tapicería.
El arte de la tapicería tiene su origen o, por lo menos se documenta, en el Egipto faraónico y se conservan piezas de la época copta. A través de los estudios que se han llevado a cabo, se cuenta que en Egipto, cuando un faraón o dirigente moría, se le enterraba con pertenencias de gran valor. De esta manera, en sus tumbas, se han encontrado las primeras sillas tapizadas.
Pero, con anterioridad a los egipcios, ya se ha documentado que las poblaciones nómadas crearon las primeras sillas y mesas plegables. Además cubrían el suelo de sus tiendas de campaña con alfombras, para crear un ambiente más cómodo e incluso confeccionaban sus propios cojines. Los imperios bizantino, griegos y chinos hace muchos milenios utilizaron la silla.

El origen histórico de los tapices decorativos responde a la necesidad de decorar los muros, función que también cumplían las pinturas murales y los relieves, pero los tapices también tenían la capacidad de servir de abrigo.
Los tapices eran utilizados para abrigar las paredes en tiempo frío, mejorando la sensación térmica en las estancias. Los primitivos tapices fueron simplemente paños gruesos colgados de las paredes o extendidos en el suelo. Con el tiempo, comenzaron a decorarse con materiales costosos, como oro, plata y seda y fueron incorporándose a la decoración, convirtiéndose en objetos suntuarios y en auténticas obras de arte.
El tapiz es uno de los objetos más antiguos que puede considerarse mueble decorativo y sin ellos sería difícil recrear el ambiente cortesano y festivo entre los siglos XV y XVIII.
En Madrid, las artes textiles y sederas han sido fundamentales a la hora de decorar los Reales Sitios, tanto en los grandes palacios como en sus estancias. Las casas de campo de la realeza y la nobleza también utilizaba los servicios de los tapiceros de Madrid para decorar sus estancias, haciéndolas más confortables, al tiempo que las vestían de lujo y esplendor.

Pero, fue durante la Baja Edad Media cuando la tapicería resurge. Las cortes de los reyes franceses eran lugares donde las artes gozaban de un gran desarrollo y, concretamente, el arte de la tapicería. Luis, duque de Anjou, encargó la manufactura de una serie de tapices para decorar los muros en ocasiones solemnes.

En la Edad Media ya se conoce la existencia de artesanos tapiceros dedicados a esta labor. Los reyes y nobles tenían a su servicio a tapiceros para decorar sus butacas o sillas de madera. Igualmente, en esta época, costosos tapices embellecían los muros interiores de las iglesias y palacios.

Los tejidos, en la Edad Media, formaban parte del propio ajuar de los habitantes de una casa. En una época en la que la realeza y la nobleza se cambiaban de residencia de una forma periódica, era normal que se llevaran todas sus pertenencias y aquellos tapices que servían de adorno a sus estancias.
A lo largo del siglo XV todas las cortes europeas, y los principales personajes, ya fueran nobles o clérigos, procuraron hacerse con tapices. Por ejemplo, Enrique IV llegó a contar con más de setenta ejemplares, pero fue su media hermana y sucesora, Isabel la Católica, la que multiplicó el número de paños en su poder.

Si investigamos en las pertenencias totales de los monarcas y de otros grandes personajes de estas épocas, descubriremos que la valoración que le daban a los paños y tejidos era superior a las pinturas del momento.
Un cambio decisivo en la historia de la tapicería europea se produjo alrededor del año 1350 y se estableció la base para la industria. Los tapices realizados para un pequeño número de clientes, capaces de encargar las mejores piezas, eran ahora muy grandes y caras. Se hacían en grandes talleres concentrados en una serie de ciudades del norte de Francia y los Países Bajos meridionales. A toda esta producción se la ha denominado como tapices flamencos.

Además, cualquier encargo movilizaba a un número considerable de personas. Antes de alcanzar el taller de tejido, el encargo implicaba primero a un patrón, un artista y un comerciante o tratante que preparaba los arreglos o los contratos. De ahí, lo costoso del proceso.
El siglo XVI, siglo de guerras y persecuciones en las provincias flamencas, provocó la migración de importantes artistas hacia otras partes de Europa, trasladando las modas de los tapices flamencos al resto del continente.
Fue en la época del Renacimiento cuando las butacas, sillas y sofás adquirieron su mayor elegancia y sofisticación. Para ello los tapiceros trabajaron codo con codo con los artesanos ebanistas para lograr realizar sus encargos por parte de la nobleza.
En cuanto a la clasificación de las artes, la pintura ha tenido prioridad sobre el resto. Las artes decorativas, también llamadas artes menores, siempre han sido consideradas artes de segunda. Esta clasificación surgió a partir del Renacimiento, pero no pasó de ser un planteamiento teórico hasta entrado el siglo XVIII. Todavía estaba lejos de relegar a manifestaciones como la tapicería a un segundo plano y, a lo largo de los siglos siguientes mantuvo su primacía.

Cuando la Pintura alcanzó el triunfo total en la clasificación de las artes, la tapicería pasó a un segundo plano e incluso, los tapices, dejaron de ser objetos de culto para convertirse en objetos molestos.
La figura del tapicero queda supeditada al pintor. Los pintores serán los creadores de la obra sobre la cual el tapicero hará el tapiz, posteriormente utilizado para muebles, paredes o suelos. A partir de este momento, la tapicería será la transposición de un modelo pintado.
Pintores de la talla de Rafael, Rubens, y Goya realizaron modelos pictóricos, denominados cartones, para la confección de tapices.
Actualmente, la labor de muchos investigadores, ha puesto el arte de la tapicería en un lugar de valor y ha desvelado la importancia que tuvo durante siglos. El sistema clasificatorio de las artes que surgió durante la Ilustración relegó esta técnica a un espacio secundario.
En la actualidad la tapicería se ha extendido a todos los lugares donde sea necesario decorar o reemplazar tapicerías. Pero también cumple una función decorativa importante, donde la creatividad y el diseño tienen mucho que decir. La tapicería decorativa de muebles es una tendencia clave en el sector de la decoración del S XXI .

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