
Disfraces y Arte. La máscara como símbolo.
El Carnaval vuelve un año mas y con él la posibilidad de disfrazarnos. El Carnaval de Venecia, siempre por delante y espectacular, comenzó hace unos días. Es uno de los más antiguos y famosos y su celebración tiene mucho que ver con el teatro y la llamada Comedia del Arte, teatro popular nacido a mediados del SXVI en Italia. Por ello, la mayoría de sus disfraces son representativos de los personajes de este género. Los de Venecia tienen tradición histórica, pero existen otros de renombre mundial como los de Rio de Janeiro.
Pero como todo está entrelazado en este mundo, disfraz y arte se funden y muchos pintores y artistas han recogido en sus obras esta popular fiesta; y otros, han empleado el arte del disfraz y la máscara como inspiración de sus creaciones, porque la utilización de estas últimas está íntimamente ligado al hecho de disfrazarse.
A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino los revelan. Cada uno se disfraza de aquello que es por dentro.
Gilbert keith Chesterton, escritor, ensayista y periodista inglés
Muchos artistas han empleado máscaras y disfraces como una estrategia para fabricar identidades alternativas. Porque, si ahondamos más en la fiesta de Carnaval, la podemos entender como un acto de liberación, la excusa perfecta para ponernos una máscara e identificarnos con una personalidad anhelada. Es como vivir, durante unas horas, dentro de una obra de teatro, en otra realidad donde podemos ser otra persona. Es como el mundo al revés. El disfraz y la máscara, más que ocultar, dejan ver la personalidad que hay bajo la normalidad.

El Carnaval recoge viejas tradiciones. El origen podría encontrarse en las fiestas paganas que se realizaban en honor a Baco, el dios romano del vino. O en las Saturnales y las Lupercales romanas o en las ceremonias que se realizaban en Egipto en honor del toro Apis.
La mitología nórdica cuenta que un gigante de hielo, enemigo de los dioses de Asgard, robó el martillo de Thor. Para recuperarlo, viajó junto a Loky, el dios del engaño, disfrazados de doncellas y así engañar a los gigantes. Vemos como los disfraces son un elemento común a lo largo de la realidad histórica
A comienzos de la Edad Media, la Iglesia católica propuso una etimología de carnaval que provenía del latín vulgar carnem-levare, que significa ‘abandonar la carne. Sin embargo, Jacob Burckhardt, el historiador del SXIX fue quien propuso que el término Carnaval procede de la expresión carrus navalis, usada para designar una procesión de máscaras que culminaba con la botadura de una nave de madera decorada con ofrendas florales en honor a la diosa Isis. Esta celebración romana habría quedado como resto de la Antigüedad en el carnaval moderno.

En la plaza del pueblo se produce la batalla entre los que apoyan a Don Carnaval, amante de los excesos y aquellos que prefieren a doña Cuaresma, que ansia la virtud. Esta obra refleja de forma muy real la línea que separa ambas tradiciones.
En la época medieval, el Cristianismo entendía el Carnaval como una representación del paganismo. En ella el pueblo se ocultaba bajo disfraces y máscaras y prendían hogueras para sacrificar a animales para atraer la fortuna. Era un momento de permisividad y de crítica social, en el cual, los disfraces ridiculizaban a los gobernantes y a la moral religiosa.
Las culturas clásica y oriental influyeron mucho en la estética del vestido. Eran habituales los retratos de las mujeres vestidas con kimonos a modo de disfraz.

Hoy en día, el carnaval es más una fiesta de carácter lúdico pero que comparte símbolos, como los disfraces, la máscara o los desfiles de carrozas.
En el siglo XIX, las máscaras eran un elemento protagonista en la pintura, vinculado a lo festivo tradicional, al carnaval y a los disfraces. Los pintores españoles encontraban en los bailes de máscaras, por ejemplo, una temática idónea y accesible para crear obras decorativas que reflejaran las reuniones de la alta sociedad.

La máscara se asoció en un primer momento a lo grotesco y a la muerte, con el antecedente de Goya. El tema de las máscaras aparece en la obra de Goya y lo utiliza para resaltar el tipo de sociedad irracional que él conoció.

Durante las primeras vanguardias la máscara representa la síntesis del rostro humano. Los artistas quieren romper con las formas de representación del arte figurativo y recuperan principios estéticos asociados al primitivismo y la simplicidad. Los artistas usan el disfraz como crítica social o incluso como una forma de cuestionar su propia identidad.
Uno no se disfraza solo para esconderse, se disfraza en igual medida para hacerse ver, para aparecer bajo una cobertura espectacular y atractiva, desconcertante y engañosa
Roger Callois, escritor y crítico literario francés
James Ensor, pintor belga que participó en los movimientos de vanguardia de comienzos del siglo XX vestía esqueletos, como si de disfraces para Halloween se tratara, en su estudio y los plasmaba en sus coloridas y enigmáticas obras, además de emplear máscaras como aspecto teatral en sus naturalezas muertas. Atraído por las formas, colores brillantes y el potencial de impacto psicológico de las máscaras, creó un formato en el cual podía pintar con total libertad.

Su obra más conocida, La entrada de Cristo a Bruselas, sigue la misma línea carnavalesca y de crítica social. Una gran multitud carnavalesca con máscaras grotescas acompaña la entrada de Jesús en la Bruselas contemporánea, al estilo de un desfile Mardi Gras, desfile que celebra en el famoso Carnaval de Nueva Orleans.

Picasso representó en varias ocasiones un Arlequín. La iconografía del arlequín es clave y recurrente desde 1901 y sobre todo a partir de 1905. De echo, se convierte en el auténtico protagonista de la Época Rosa del artista porque este personaje se convierte en el «alter ego» del Picasso.
Para Picasso, El Arlequín, es una figura sagaz y embaucadora de la commedia dell’arte, escurridiza y experta en evadir los conflictos recurriendo al disfraz.

El artista Marcel Duchamp convirtió el disfraz en algo mas que un mero acontecimiento festivo. Su Rrose fue un auténtico alter ego que utilizó, incluso, como pseudonimo para firmar muchas de sus obras. Dicho alter ego le ayudó a revitalizar su arte porque se convirtió en otra persona, sin serlo, realmente.

Joan Miró pintó en 1925 El Carnaval del arlequín, en una obra muy significativa, ya que muchos críticos la consideran la entrada de Miró en el surrealismo.

Siguiendo con el arte, disfraces, moda y máscaras no podemos dejar de hablar de Elsa Schiaparelli. Su dedicación a la moda la convirtió en una importante diseñadora del siglo XX. Sus modelos se consideraron atrevidos para los cánones de la época. En muchos de ellos incluía elementos extravagantes, disfrazó a las mujeres de constelaciones o con sombreros en forma de zapato y colaboró con artistas como Jean Cocteau y Salvador Dalí, para desarrollar sus modelos.
En 1937 acudió a un baile organizado en París por Maurice de Rotschild, inspirado en la Comedia italiana. Un año después presentó una colección en la que una de las piezas estrellas fue un abrigo con diseño arlequín en el que, después, se inspiraría Man Ray para su obra Le Beau temps.


Actualmente el disfraz es muy versátil. Puedes disfrazarte de obra de arte, de artista o incluso de algún personaje famoso del cine. Este año uno de los disfraces más utilizados y que esta marcando tendencia es el Disfraz de Miércoles Addams . Uno de los disfraces más icónicos es el de la artista Frida Kahlo o el pelirrojo Vincent Van Gogh.
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