arte,  Artistas. Conócelos más,  Exposiciones,  Historia del Arte,  pintura

Balthus y sus jóvenes ángeles.

Listen to this article

El Museo Thyssen presenta una gran retrospectiva del pintor francés. La primera desde que, hace 23 años el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia, le dedicara una exposición monográfica.

Balthus no deja indiferente a nadie y sobre todo teniendo en cuenta que, hace poco mas de un año, unos miles de personas llevaron a cabo una iniciativa para que una de sus obras fuera censurada y retirada de la pared en la que está expuesta, en el Metropolitan de Nueva York. La famosa obra es su cuadro ‘Thérèse soñando’cde 1938.

El MET se negó, tanto a retirar el cuadro, como a modificar el texto de la cartela que acompañaba al cuadro, aduciendo que “Las artes visuales son uno de los medios más importantes que tenemos para reflexionar a la vez sobre el pasado y el presente, y esperamos motivar la continua evolución de la cultura actual a través de una discusión informada y de respeto por la expresión creativa”.

Balthus tuvo la peculiaridad de elevar la polémica a la categoría de arte. Sin embargo, parece que hoy en día, sigue siendo un artista cuestionado socialmente.

Therese soñando. Balthus

Hoy, 19 de febrero, comienza en el Museo Thyssen una de las exposiciones mas polémicas, censurada en toda Europa y que podréis ver hasta el 26 de mayo.
Balthus siempre fue un artista peculiar al que persiguió la polémica. Al igual que tuvo muchos detractores, también tuvo muchos seguidores y fue fuente de inspiración para muchos artistas.
Pese a las críticas, su trabajo fue admirado por muchos de sus contemporáneos y seguido por escritores y pintores, especialmente por André Breton y Pablo Picasso.  Man Ray, Antonin Artaud, Henri Cartie-Bresson y Martine Frank,  junto con los pintores André Derain, Joan Miró y Alberto Giacometti, fueron otros de sus seguidores.

Balthasar Kossowski de Rola(1908/2201) conocido como Balthus
fue un artista polaco- francés, hijo del historiador del arte y pintor Erich Klossowski y de la artista Elisabeth Dorothea Spiro, conocida como Baladie. Balthus (Balthasar) nació en París en 1908 y creció en el ambiente intelectual y artístico de la ciudad.

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial tuvo que refugiarse, con su familia en Berlín y en Suiza, debido a los orígenes germánicos de su familia.

Tras la guerra, sus padres se separan y Baladine se convirtió en Merline, musa y compañera de Rainer Maria Rilke. Balthus y su hermano mayor, Pierre, se trasladan a vivir a Ginebra.

Rilke se convierte en el principal mentor de Balthus. En 1920 Rilke publica una colección de dibujos a la tinta del joven artista en el libro Mitsou: quarante images par Baltusz. A partir de ahí, se le empezó a conocer con el nombre de Balthus.

Bouquet de rosas en la ventana. Balthus

Balthus regresó en 1924 a París para dedicarse a pintar. Solo aceptó orientación de Pierre Bonnard, amigo de la familia, de ahí que se iniciara artísticamente dentro de un estilo postimpresionista. Sin embargo, lo que de verdad le interesaba era el estudio de los grandes maestros de la pintura, como Poussin, que copiaba en el Louvre.
En 1926 pasó varios meses en la Toscana, donde se empapó del arte de Piero della Francesca y Masaccio.

Un año después recibe su primer encargo público: realizar unos frescos para la iglesia de Baetenberg. En la década de 1930 pasa temporadas en Berna y en París, donde hace amistad con André Derain o Alberto Giacometti, entre otros artistas.

En 1934, realiza su primera exposición individual y aunque cosechó una crítica favorable, no vendió ningún cuadro. Esta exposición constó de siete lienzos, pero fueron suficientes para convertirle en toda una revelación. Presentó imágenes pintadas de una manera tradicional pero alejadas de las corrientes figurativas de la época y cargadas de misterio y psicología.

Balthus siguió un camino único contrario al desarrollo de las
vanguardias. Mostró un desapego de la modernidad, y desarrolló una forma personal y única de arte.

Pintaba retratos de encargo y diseñaba decorados para el teatro para ganarse la vida. En 1937 se casa con Antoinette de Watterville.
En 1936 expone por primera vez en Londres y en 1938 en los Estados Unidos.

Como él mismo afirmaba “No tengo ningunas ganas de figurar entre los representantes de las últimas novedades. Simplemente quiero cumplir mi destino como pintor (…)”

Balthus


El guionista, productor, actor y director de cine alemán Win Wenders se refería al artista en estos términos: “Todos los grandes pintores nos enseñan a ver. Balthus nos lleva a un mundo que es solo suyo. No era surrealista ni realista, ni perteneció a ningún otro ismo. Sus cuadros son radicalmente originales, invenciones únicas e independientes, algo deudoras del pasado pero solo en el sentido de la maestría técnica, para algunos un poco escandalosas en sus temas pero solo como una manera de llamar la atención (como él mismo afirmó en una carta), y al cabo tributarias totalmente de su audaz aparición en nuestro presente”.

Al final de la década de 1940 su prestigio artístico estaba plenamente consolidado. En los años 1953-1961 trasladó su residencia a Borgoña, donde comenzó una etapa dedicada a las bañistas y al paisaje.

En 1961, su amigo y ministro de Cultura de Francia, André Malraux, le nombra director de la Académie de France en Roma. En Italia, Balthus empieza a utilizar una técnica que recuerda la de los frescos renacentistas.

En 1962, en un viaje a Japón como director de la Academia, conoce a Setsuko Ideta, con quien se casaría unos años después. Hacia años se había separado de su primera mujer.

El pintor se traslada a Suiza en 1977, junto a su mujer y sus hijos, hasta el fin de su vida. Murió el 18 de febrero de 2001


A primera vista, las pinturas de Balthus parecen convencionales, clásicas, casi académicas, pero no lo son. En ellas hay una visión psicológica mucho más compleja. En sus obras los sueños se mezclan con la vida cotidiana.

Sus cuadros narran auténticos dramas psicológicos teatralizados, escenas íntimas o tragedias domésticas que se representan una y otra vez ante la mirada del espectador.
Balthus era conocido por trabajar despacio y durante mucho tiempo en cada una de sus pinturas, y tenía empezadas varias al mismo tiempo. La pintura era para él un arte de la paciencia, una larga historia con el lienzo, un compromiso con él. La paciencia es una condición de su concepción artística y orientó su trabajo hacia la forma de pintar de los viejos maestros, que exigía tiempo y que representó para él un ideal, en contraposición a la concepción moderna del tiempo, caracterizada por la velocidad y la aceleración: “Arte de la lentitud, en la que sin embargo la obra avanza”. afirmaba.

La parte de su obra más polémica es la que retrataba niñas y mujeres adolescentes. El tiempo de la infancia, realmente.


Declaraba que “las niñas”, como él las llamaba con cierto hastío al tener que justificarse: “son las únicas criaturas que todavía pueden pasar por pequeños seres puros y sin edad”. Él consideraba que las niñas que representaba eran sencillamente “ángeles” y en tal sentido, éstas poseían un inocente impudor propio de la infancia y rechazaba que sus perturbadores cuadros fuesen morbosos, sosteniendo que nunca se acercó a las modelos con intenciones morbosas.

Balthus afirmó: “Veo la adolescencia como un símbolo. No podría jamás pintar a una mujer. La belleza de la adolescente es más interesante. La adolescente encarna el porvenir, el ser antes de transformarse en belleza perfecta. Una mujer ha hallado ya su lugar en el mundo; una adolescente, no. El cuerpo de una mujer está ya completo. El misterio desapareció”.

Balthus consideró “la búsqueda de la infancia, de su encanto y sus secretos” una parte esencial de su trabajo, y encontró su inspiración en cuentos populares como “Pedro Melenas”, de Heinrich Hoffmann, o “Alicia en el País de las Maravillas”, de Lewis Carroll, como encarnación de un tiempo mágico.

El artista argumentaba su predilección por el tema con estas palabras: «Porque de lo que se trataba era de acercarse al misterio de la infancia, a su languidez de límites imprecisos. Lo que yo quería pintar era el secreto del alma y la tensión oscura y a la vez luminosa de un capullo aún sin abrir del todo. El pasaje, podría decirse, sí, eso es, el pasaje. Ese momento indeciso y turbio en que la inocencia es total y enseguida dará paso a otra edad más determinada, más social». En este breve tiempo de transición entre la infancia y la edad adulta Balthus captaba un instante que oscila entre la inocencia y el erotismo.

Balthus, sin embargo, siempre desmintió el carácter erótico de su pintura. «Se ha dicho que mis niñas desvestidas son eróticas. Nunca pinté con esa intención, que las habría convertido en anecdóticas. Superflúas. Porque yo pretendía justamente lo contrario, rodearlas de un áurea de silencio y profundidad, crear un vértigo a su alrededor». Las poses no serían provocadoras, sino las típicas «posturas despreocupadas propias de la infancia.

“La gente les atribuye toda suerte de interpretaciones posibles. Eso es asunto suyo, no mío».

Hay una sola obra a la que Balthus concede algo más que erotismo: «Nunca he creado nada pornográfico. Excepto, tal vez, La lección de guitarra».

Ninguna mujer, incluidas sus pequeñas modelos, han acusado nunca a Balthus por su conducta. Él mismo recalcaba: «Mi pequeña modelo es para mí absolutamente intocable». Muchas de las mujeres que en sus años jóvenes posaron para Balthus han comentado ya, en su edad adulta, sobre esa experiencia. Michela Terreri, quien fuera una de sus modelos predilectas entre 1970 y 1976 recuerda sesiones en las que el único intercambio de palabras consistía en las instrucciones del artista: «Dejaba de ser una persona, era un objeto de dibujo. Yo ni existía; era como un jarrón».

Y, ¿que sucede con Therese? El tema del cuadro es convencional:
las representaciones de figuras femeninas en estancias privadas, soñando despiertas o leyendo, con poses lascivas o jugueteando (predominantemente con gatos o perros), pueblan el mundo de la pintura desde finales del siglo XVIII hasta principios del XX. El escándalo consiste en representar a muchachas que se encuentran en el umbral de la adolescencia y tal vez, a un tipo de puritanismo cada vez mas cínico en la sociedad actual. ” Lo morboso se encuentra en otro lado. Tal vez sea la mirada del espectador la que ve lo morboso” afirmaba.

Transgresión y pureza. Esos dos conceptos son los que han marcado el precario equilibrio de su obra.

A Balthus se le ha relacionado insistentemente con el surrealismo, cuyos representantes lo consideraban hermano espiritual. El propio Balthus mantuvo las distancias. Aunque existían temas comunes como la rebelión contra la moral burguesa, el interés por la sexualidad y el fomento de otra forma más abierta de realismo, a Balthus le repugnaban procedimientos surrealistas como el automatismo y la asociación, al igual que la noción de colectividad predominante en ese grupo artístico.

Balthus poseía un individualismo casi feroz que le llevo a desarrollar su propio estilo. Como él mismo decía «Hago un surrealismo a lo Courbet» pintando su propia realidad extraña.

En la paralización de las escenas, está uno de los rasgos que Balthus comparte con la Nueva Objetividad, aunque él lo negara. Fue él, de hecho, quien mejor materializó esta técnica de efectos casi mágicos. El lienzo La calle. Un efecto que también está presente en Les enfants Blanchard, lienzo que Picasso compró al autor en 1941. Esa adquisición resultó, según Setsuko, “fundamental” para la trayectoria de Balthus, entonces joven y poco reconocido mientras que el malagueño ya gozaba de un gran predicamento

Les enfants Blanchard.


La exposición reúne 47 obras, en su mayoría pinturas de gran formato, que cubren todas las etapas de su carrera desde la década de 1920. La selección incluye algunas de sus obras más importantes como La calle (1933), que se verá en España por primera vez, La toilette de Cathy (1933), Los hermanos Blanchard (1937), Los buenos tiempos (1944-1946), Thérèse y Thérèse soñando, ambas de 1938 y magníficos ejemplos de sus polémicos retratos de jóvenes adolescentes, y La partida de naipes (1948-1950), del propio Museo Thyssen y la única obra maestra de Balthus en nuestro país.


“Uno siempre debe dibujar, dibujar con los ojos, cuando uno no puede dibujar con un lápiz”. Balthus

Disfruta con el #ARTE!

Me llamo Yolanda. Soy Licenciada en Historia Contemporánea y en ocasiones trabajo en el sector de los Museos como Auxiliar de sala e Informadora. Pienso que el aprendizaje continuo es una virtud que debemos conservar y compartir. Si te atrae el arte, ARTEyalgomas.com es tu canal. Bienvenid@!

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: