
Atenea. La gran diosa griega a través del Arte.
En la antigua Grecia, los dioses del Olimpo, eran los grandes protagonistas de los fenómenos de la naturaleza o del universo. Las diversas divinidades personificaban montañas, fuentes, ríos, mares, vientos, constelaciones y convivían con los hombres. Aunque existen diosas de gran renombre, Atenea fue la gran diosa griega que recibió culto en toda la Grecia Antigua, desde las colonias griegas de Asia Menor llegando, incluso a la península ibérica.
La mitología clásica ha sido una fuente de inspiración para los artistas de todas las épocas, antiguas y contemporáneas. Los dioses son los protagonistas de fabulosas historias que quedaron recogidas en lienzos, esculturas, medallas…y que han llegado a nuestro tiempo. Los Dioses griegos del Olimpo, no sólo regían el destino de los hombres. También bajaban a la Tierra y se relacionaban con los humanos adoptando una apariencia humana que los hacía más cercanos.
Sin duda una de las diosas griegas más representadas en el Arte ha sido, junto a Venus o Afrodita, la diosa griega Atenea o también llamada Minerva por los romanos.
En la antigua religión griega, Atenea, también conocida como Palas Atenea, era una de las doce divinidades que habitaban en el Olimpo. Es la diosa de la guerra, la civilización, sabiduría, la estrategia, las ciencias, la justicia y la habilidad.

Ha sido una de las deidades más representadas en el arte griego y en los estilos posteriores. La simbología de Atenea ejerció una profunda influencia sobre el propio pensamiento de la cultura de la época, en especial en los conceptos relativos a la justicia, la sabiduría y la función social de la cultura y las artes, cuyos reflejos son perceptibles hasta nuestros días en todo el Occidente.
«Entre todas las divinidades, realmente ésta es única. Es la Idea, es la Abstracción, es la Conciencia, es la Armonía. Los hombres que la crean a su imagen y semejanza son seres sin vanos temores de tenebroso más allá. […] Las frentes que se inclinan ante ella son frentes libres de prejuicios oscuros […] Es la patrona de los pueblos que piensan libremente»
La grecia eterna. (Wikiquote)
Una serie completa de fábulas y usos, pertenecientes especialmente a la religión ateniense, representa a Atenea como la ayudante y protectora de la agricultura, inventora del arado y el rastrillo. Creadora del olivo, también ayudo a los hombres a domar a los caballos mediante las bridas, también invento suyo.
Todos sus inventos no eran creados por azar, sino que requerían reflexión y meditación. Se le atribuyen el invento del tejido y el hilado que utilizaban las mujeres.

Mucho autores hicieron de Atenea la diosa de toda la sabiduría, el conocimiento y el arte y la representaron sentada a la derecha de su padre Zeus, apoyándole con sus consejos. La diosa Atenea dio nombre a la ciudad a la que prestaba protección: Atenas, cuyo monumento mas visitado en la actualidad, El Partenón, se dedicó y consagró a ella.
Atenea compitió con Poseidón por ser la diosa que protegiera a Atenas, ciudad que, inicialmente, no tenia nombre. Existen varias interpretaciones del mito pero Robert Graves, el escritor y erudito británico experto en cultura griega, opinaba “que los intentos de Poseidón por tomar posesión de ciertas ciudades son mitos políticos y reflejaban, mas bien, el conflicto entre religiones matriarcales y patriarcales”. (Graves, 1960, p. 4918, «The Nature and Deeds of Athena» 25.d.)
Una variante de esta interpretación es que los propios atenienses decidieron elegir a uno de los dos dioses para que diera el nombre a la ciudad y que tras una votación ganó Atenea.
Como diosa de la guerra y protectora de los héroes, suele aparecer con armadura, con la égida o piel de cabra que le daba su padre Zeus, una vara dorada, con la que otorga a sus favoritos juventud y majestad y un escudo redondo en cuyo centro aparece la cabeza de la gorgona Medusa. Era imbatible en la guerra y ni el mismo Ares, el dio olímpico de la guerra, pudo derrotarla.

Suele ser representada con una expresión meditabunda y con el cabello flotando por detrás. La figura completa es majestuosa y fuerte con hombros anchos.
En conjunto recuerda una figura masculina que ocupaba un lugar intermedio entre el género masculino y el femenino, una divinidad virgen, cuyo corazón es inaccesible a la pasión del amor y que rechaza el matrimonio. Jamás se casó y mantuvo una virginidad perpetua.

Según el mito, Atenea aparece como la hija favorita de Zeus, nacida de su frente ya completamente armada después de que se tragase a su madre, Metis, la primera esposa de Zeus.
El Dios había recibido la profecía que de Metis traería al mundo hijos mas poderosos que él. Siguiendo el consejo de Gea, la diosa de la Tierra y Urano, hijo y esposo de Gea, Zeus la encerró en su vientre, pero Metis ya había concebido una hija, Atenea, que brotaría de su frente.
Un segundo grupo de tradiciones considera a Atenea, hija de Palas, el gigante alado a quien más tarde mataría por intentar violar su castidad, usando desde entonces su piel como égida protectora.
Atenea ha sido una de las diosas mas representadas en el arte de la antigüedad. Durante la Edad Media, el cristianismo evitó la representación de cualquier dio pagano.

Con la llegada del Renacimiento y la recuperación de la cultura clásica se retoman los temas de la cultura clásica, incluidos la representación de los dioses y los temas míticos.

Estas representaciones perduraran durante el Barroco y, sobre todo, en el Neoclasicismo.
En esta última época, Atenea se convertirá en la figura e icono preferido para representar las Artes, la Ciencia y la Razón. Su imagen se representará en bibliotecas, universidades, como símbolo de la Ilustración.



Con motivo de la inauguración de Pabellón de la Secesion vienesa, apodado, simplemente Secesión, donde se realizó la segunda exposición del grupo de la Secesión Vienesa, Klimt mostró una de sus obras más destacada y que se convertirá en símbolo del movimiento vienes.
Se trata de la pintura dedicada a Palas Atenea, obra inspirada en la escultura de doce metros que custodiaba el Partenón griego de Atenas.

Klimt la pintó con los atributos propios de la diosa, el casco, la lanza y el yelmo con la pequeña gorgona protectora en su centro, que definen a la diosa como guerrera. Otro de sus atributos es la lechuza, ave símbolo de la sabiduría y del conocimiento.
Además de convertirse en símbolo para el resto del grupo de la Secesión, esta obra inauguró una serie en la que Klimt plantearía a las mujeres como poderosas, dominantes y exultantes de poder, contrariamente a los cánones femeninos del momento.
La Palas Atenea de Klimt fue utilizada como cartel y portada de la revista del grupo secesionista, “Ver Sacrum” y atacada por los críticos.
Ludwig Hevesi la defendió: “El público está acostumbrado a ver a Palas Atenea únicamente en forma de estatuas de mármol pintadas. Pero Klimt la ha retratado como una secesionista de hoy o, por lo menos, como la diosa o el demonio de la Secession”.
«A Palas Atena, ilustre diosa, comienzo a cantar,
Himno Homérico, c. s. VII a. n. e
la de ojos de lechuza, rica en industrias, que un indómito corazón posee,
doncella venerable, que la ciudad protege, valerosa,
Tritogenia, a la que solo engendró el industrioso Zeus
en su santa cabeza, de belicosas armas dotada,
doradas, resplandecientes».
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