
August Macke en el lago azul. Un viaje a la vanguardia.
¿Si pudieras emprender un viaje hoy, a donde irías? Yo, después de ver la obra “En el lago azul” de August Macke, emprendería camino al Lago de Thun en Suiza.
Y ésto es fácil de comprender cuando se está frente a esta obra de August Macke, en la que un hombre, una mujer y una niña pasean junto a un lago. Parece un idílico paseo de domingo, casi un paraíso. Se pueden distinguir claramente los colores del otoño, la tranquilidad y la ociosidad que rodea a los personajes.

Aunque los enormes campos de color, de tamaño similar entre ellos, disminuyen la impresión de profundidad de la pintura, todavía resulta posible experimentar la sensación de movimiento en el espacio de los paseantes.
August Macke adoptó un enfoque cubista, modelando formas sencillas. Mezcla de colores fríos y cálidos, que aportan diferentes efectos espaciales y esculturales, aparecen juntos, lo que hace que la pintura sea más dinámica aunque conserve mucho de su unidad bidimensional.
Esta obra refleja la situación del artista durante sus vacaciones de ocio en el lago de Thun, donde se instaló de finales de septiembre de 1913 hasta la primavera de 1914. Durante este tiempo, que resultó particularmente feliz para Macke y su esposa, el artista pintó En el lago azul.
August Macke, nativo de la zona del Rin, fue un importante mediador entre la pintura francesa y el modernismo alemán.

Vivió la mayor parte de su vida artística, en Bonn con la excepción de unos pocos períodos que pasó en el Lago de Thun (Suiza) y algunos viajes a París, Italia, Holanda y Túnez.
Viajó a París, por primera vez en 1907, donde conoció la obra de los impresionistas.
Su estilo artístico se inició evocando el estilo del impresionismo y el postimpresionismo francés. Incluso un puntillista como Seurat y su obra “Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte” le inspira en sus cuadros expresionistas de paseos por el parque.


Atravesó, más tarde, una fase fauve, cuando conoció la obra de Matisse en 1910. Matisse sintetizó el objetivo de este movimiento en una sola frase “trasponer los sentimientos en forma de color”.
Vivió durante un período especialmente innovador del arte alemán, con la llegada del Expresionismo y los sucesivos movimientos de vanguardia que estaban apareciendo en el resto de Europa.

Fue, junto a Kandinsky y Franz Marc, uno de los principales artistas del movimiento expresionista alemán Der Blaue Reiter (El Jinete Azul). Durante un tiempo compartió la estética no-objetiva y las preocupaciones místicas y simbólicas de este grupo vanguardista alemán.
Sin embargo, Macke, siempre supo como integrar en su pintura aquellos elementos que más le interesaban de las vanguardias, desarrollando su propio lenguaje visual e incluyendo elementos que van desde el colorido de los fauves, hasta la estética cubista o la temática futurista.

“Húsares al galope” es la obra más representativa de la influencia futurista en August Macke.
La imagen de jinetes en acción era un motivo especialmente apreciado por los futuristas, que en su manifiesto se referían al galope de los caballos con las siguientes palabras:
«Por culpa de la persistencia de la imagen en la retina, las cosas en movimiento se multiplican, se deforman, sucediéndose, como si de vibraciones se tratara, en el espacio que recorren. Así, un caballo a la carrera no tiene cuatro patas, sino veinte patas, y sus movimientos son triangulares.»
El encuentro de Macke con Robert Delaunay en París en 1912, supuso toda una revelación para él.
Conoció de cerca el cubismo colorista de Delaunay, que Guillaume Apollinaire denominó Orfismo. De este encuentro, Macke desarrolló un exuberante colorismo que aplicó a todas sus obras, desde retratos a sus famosos y valorados escaparates.

Sus obras relacionadas con Escaparates de Tiendas son consideradas una interpretación personal de las Ventanas de Delaunay, pero combinadas con las imágenes de estilo futurista que vio en sus viajes a Italia.
Con estas variadas influencias surge su obra “Escaparate iluminado”.

Pintada por August Macke en 1912, es el ejemplo perfecto de la fusión de las diversas vanguardias que sucedían en los primeros años del S XX en Alemania.
Macke combinó con habilidad las formas angulosas y los fuertes brochazos, característicos del Expresionismo, con un análisis del volúmen y el espacio, propio del Cubismo. Pero, simultáneamente, utiliza un recurso prismático muy dinámico, influido por el Futurismo. El resultado viene a ser un caleidoscopio de siluetas y colores que resalta la dimensión emocional de la sobre el tema en si.

Y, es que en esta época de modernidad emergente, la ciudad moderna despertó en muchos artistas sentimientos importantes. Para Macke, la materialización de las emociones, la exteriorización íntima de sentimientos debía realizarse a través de las imágenes tomadas del mundo material, visible y cotidiano.
“Los sentidos son nuestro puente entre lo incomprensible y lo comprensible”.
August Macke
August Macke retrató con frecuencia escenas urbanas en las que se veía a gente paseando, mirando escaparates, tomando café en una terraza o asistiendo a espectáculos circenses.

Nuestro artista, al contrario que otros miembros del grupo expresionista, proponía una mirada amable de la vida, en la que las figuras femeninas se convierten en protagonistas por la riqueza cromática de sus vestidos.

Una pintura tranquila alejada de cualquier rasgo de agresividad y tensión propiciada por su espíritu optimista. La fuerza del color es vital en su obra.
“Lo que más valoro es la observación del movimiento de los colores”
August macke
Su única obra más expresionista fue “La tormenta” realizada en 1911, que fue incluida en el catálogo de la primera exposición del grupo Der Blaue Reiter.
Macke, frente a los demás artistas del grupo, planteó la fusión entre forma y color en términos más plásticos que espirituales.

En 1914, August Macke visitó Túnez con Paul Klee y Louis Moilliet. EL ambiente exótico que encontró le aproximó a la etapa de la luz, la que sería la etapa final en su carreta artística.

Durante esta fase creó una serie de trabajos que se consideran hoy en día obras maestras. El color será el protagonista absoluto de sus obras, que mostrarán la luz del norte africano. Son obras de formas simples y volúmenes básicos donde los rostros anónimos se reducen a manchas de color.
La carrera de Macke fue interrumpida bruscamente por su temprana muerte en septiembre de 1914, en el frente de la I Guerra Mundial. Solo contaba con 27 años.
“El pueblo de Alemania, embriagado por las ideas de victoria, no sospecha lo terrible que es la guerra”.
August Macke.
Como muchos jóvenes, August Macke, marchó a la guerra, causa que acabó con su prometedora carreta artística de forma prematura. Murió en el frente en 1914.
Entre sus últimas obra se encuentra, “Despedida”, que refleja una escena en los andenes de una estación de tren antes de la salida de las jóvenes tropas al frente de guerra a pelear.

“El color me posee, no tengo necesidad de perseguirlo, sé que me posee para siempre… el color y yo somos una sola cosa. Soy pintor”.
Auguste Macke

