
Max Beckmann. Arte no degenerado.
Max Beckmann nació el 12 de febrero en Leipzig, en el seno de una familia acomodada. En 1900 ingresa en la Gran Escuela Ducal de Arte de Weimar.
En 1904 se instala en Berlin y realiza su primera exposición en 1912. Sus primeras obras tuvieron una clara influencia de los pintores impresionistas. La exposición fue tan exitosa que, a partir de ella, pudo dedicarse por entero al arte.
En 1914 con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Beckmann sirvió como enfermero, pero fue dado de baja tras sufrir una crisis de tipo nervioso. Sus experiencias en la guerra marcaron enormemente su obra posterior y sus cuadros comenzaron a adoptar un estilo expresionista.
El pintor fue reacio a que le encasillaran como expresionista. Rechazaba cualquier etiqueta, realmente. No aceptaba el término expresionismo y defendía una pintura exterior frente a la pintura interior propia de este movimiento. Beckmann admiraba a Cezanne y le apasionaba el impresionismo francés.
“invirtió el concepto de progreso, hizo la idea de Dios insostenible para muchos y provocó que la ironía –una forma de distanciamiento de las emociones– se instalase para siempre en el espíritu moderno”. Paul Fussell Tweet
La Primera Guerra Mundial marcó profundamente a Beckmann.
Beckmann desarrolló una pintura personal e independiente, realista pero llena de resonancias simbólicas, que narraba la sociedad de su tiempo.
Durante la época de posguerra su éxito emergió de nuevo, pero con la llegada de los nazis al poder fue expulsado como profesor y decidió volver de nuevo a Berlín intentado sobrevivir en el anonimato.
En abril de 1936, Beckmann se encontraba en Baden Baden . Allí se celebraba una fiesta desde la cual escribió a su segunda mujer, Matilde von Kaulbach, más conocida por Quappi. Ella recibió una carta llena de amarga ironía, consciente del tenso ambiente que se respiraba entre los huéspedes del balneario , frente al momento social, político e histórico que vivían.
“Hoy vuelve a ser un radiante día de primavera en honor del Führer, con muchas esvásticas ondeando. Qué fantástico poder vivir este momento”.
Carta de Max Beckmann a Quappi.
En poco tiempo, Beckmann pasó de recibir toda la veneración del sistema, a ser acusado de bolchevique cultural por el Gobierno.
En julio de 1937 el Partido Nazi inauguró dos exposiciones de arte en Múnich.
La Gran Exposición de Arte Alemán diseñada para mostrar obras que contaban con la aprobación de Hitler (desnudos de rubias esculturales junto con soldados y paisajes idealizados)
La segunda exposición, situada en la misma calle, mostraba otra cara del arte alemán del momento: moderna, abstracta, no figurativa, que los nazis se encargaron de llamar “degenerada”. En ésta, se exhibían obras de artistas como Paul Klee, Wassily Kandinsky y Oskar Kokoschka, junto con famosos artistas alemanes de la época, entre ellos Max Beckmann, Emil Nolde y Georg Grosz.
Todo, en la exposición, estaba presentado para restarle valor a las obras.
Beckmann, sientiendose claramente amenazado por el régimen, se estableció en Ámsterdam. En 1939 con la invasión de Holanda por los nazis, Beckmann paso a vivir en la semiclandestinidad.
En 1947, abandonó Ámsterdam para establecerse esta vez en los Estados Unidos. Murió en 1950 por un ataque al corazón mientras se dirigía al Museo Metropolitano para asistir a una exposición de su obra.
BECKMANN, MAESTRO DE ARTE.
En su primera etapa fue profesor de la escuela de arte de Frankfurt en la que daba clases.
Al maestro , sólo le gustaba hablar de las superficies y de la arquitectura de sus obras.
“El arte no se puede enseñar”, decía Beckmann de forma contundente en una entrevista, “pero el camino hacia el arte sí que se puede enseñar. […]
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¿Método?”, negó el pintor con la cabeza. “No. No tengo método alguno. No hay fórmula. Lo que yo digo y propongo es diferente para cada estudiante en particular. Cada uno es un caso especial”
Escritos, diarios y discursos (1903-1950) publicado por la Editorial Síntesis, 2003.
En la descripción de su labor como profesor a Dorothy Seckler (historiadora americana) al preguntarle si al imitar al profesor el alumno podía caer en su simbolismo críptico, Max Beckmann negaba esa misma posibilidad, la del simbolismo críptico en su propia pintura: “A mí solo me interesa la arquitectura del cuadro; el tema es absolutamente personal. Lo que yo puedo hacer es ayudar a llevar la imagen a la superficie”.
BECKMANN, ARTISTA.
En la etapa anterior a la Gran Guerra, Beckmann expresó su mundo con figuras redondeadas y con una serie de autorretratos. Esta primera fase cubre la etapa vivida en la Alemania de los años anteriores a la Primera Guerra Mundial hasta el ascenso del fascismo en la década de 1930.

Tras la guerra y durante los felices años veinte los burgueses decidieron olvidar la carnicería que supuso la guerra y volvieron a bailar el vals. Pero mientras esta alegre fiesta sucedía, las criaturas de Beckmann comenzaron a adquirir unas formas corporales contorsioneadas, casi diabólicas, que adivinaban la premonición de otra inminente tragedia que llegaba con la ascensión de Hitler al poder.
Beckmann pintó varios autorretratos, incluyendo “Autorretrato en Esmoquin “(1927), que es considerado un clásico. Esta pintura fue llevada a exposición en 1928 y de la cuál se dijeron frases como: “el efecto es brutal” o “está en el espíritu del arte más actual”. Se reconoció el carácter novedoso de la obra, lo que sería uno de los primeros coletazos del modernismo

Muchas otras de sus obras representan escenas de la vida cotidiana. A menudo muestran grotescos cuerpos mutilados y se consideran una crítica al gobierno alemán de los años 1920 y 1930, además de una alusión a sus experiencias durante la Primera Guerra Mundial.
Para Tomás Llorens, comisario de la exposición que actualmente se encuentra en el museo Thyssen de Madrid, “Beckmann es un pintor de historia, el más directo del siglo XX, el que testimonia los sucesos más terribles”.
La Objetividad fue su diosa: “Creo que amo tanto la pintura porque me obliga a ser objetivo. No hay nada que odie tanto como el sentimentalismo” decía Beckmann
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La máscara, como representación de la pérdida que supone el exilio con obras como “Autorretrato con corneta (1938) y el tríptico Carnaval ( 1943).

La Babilonia o la gran ciudad a la que se vio exiliado y la fascinación que le producía la gran ciudad, de la que decía es: “la más grande orquesta de la humanidad sobre la superficie de la Tierra” que vibra con la electricidad”
La muerte, como figura del exilio.
Y el mar, uno de los constantes motivos en la obra de Beckmann, representado por el tríptico de Los Argonautas, el cuadro que finalizó el mismo día en que cayó fulminado por un ataque al corazón en la esquina de la calle 61 y Central Park West.

Dicen que acudía a ver la exposición del Metropolitan Museum en la que se mostraba su último retrato, Autorretrato con chaqueta azul (1950).

“Una cosa es segura: tenemos que transformar el mundo tridimensional de los objetos en el mundo bidimensional del lienzo … Transformar tres en dos dimensiones es para mí una experiencia llena de magia en la que vislumbro un momento. esa cuarta dimensión que todo mi ser está buscando “. Max Beckman.
Aprovecha a ver su exposición en el museo Thyssen de Madrid. Hasta el 27 de enero de 2019.
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- Puedes verla de forma virtual. Te dejo el enlace aqui
