Un intenso diálogo con el corazón en el arte azteca.
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Un intenso diálogo con el corazón en el arte azteca.

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Según el mito fundacional de los aztecas, a principios del siglo XII y conducidos por Huitzilopochtli, dios del sol y la guerra, comenzó el peregrinaje de todo un pueblo en busca de la tierra prometida. El dios del sol les dijo que que se establecieran y fundaran su ciudad, allí donde encontrara “un águila parada sobre un nopal devorando una serpiente”. Esta imagen profética representa a Quetzalcóatl, el dios protector de los aztecas. El nombre, que, se compone de quetzal y de coatl significa en náhuatl ave, vuelo, pluma, y coatl, serpiente.

Un intenso diálogo con el corazón en el arte azteca. Los aztecas
Representación de Quetzalcóatl en el Códice Borgia. Quetzalcóatl es la serpiente emplumada que representa la tierra, los ríos, los poderes fecundadores, el águila y el cielo.

El origen del arte azteca proviene de la cultura tolteca, de la que heredó el uso de la de la simetría y la geometría. Con el surgimiento del Imperio Azteca, el arte adquirió un mayor esplendor, ya que los altos estamentos sociales y el estado apoyaban su desarrollo.

El imperio azteca fue una de las unidades políticas más importantes de la América precolombina, conformada por Texcoco, Tlacopan y México-Tenochtitlan y que existió entre los siglos XIV y XVI.

Mexica es el término que se utiliza para referir a los habitantes de Tenochtitlan, actualmente la ciudad de México. Los términos azteca y mexica se suelen usar como sinónimos. Pero el término Azteca hace referencia al conjunto de pueblos cuyos orígenes están en el legendario lugar llamado Aztlán. Dentro de este grupo es donde se incluyen los mexicas, el grupo que fundó y amplió el Imperio azteca.

Una vez logradas las metas creativas, el arte trascendía al ámbito de los dioses. Un diálogo intenso ya que muchas de las tallas y esculturas de los aztecas muestran el rostro de la muerte y el sacrificio y el rostro de sus dioses en una sociedad dominada por las ideas de victoria, poder y orgullo.

La expansión del lenguaje artístico azteca sirvió para comunicar historias, adorar a sus deidades y llevar a cabo ritos en los que coincidían ancestrales mitos y tradiciones.

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Máscara azteca del dios Quetzalcóatl (Museo Británico, Londres).

Este pueblo era un gran escultor. El legado azteca encontrado ha dejado a la vista esculturas en piedra de diferentes dimensiones. Escogían, para sus creaciones, las piedras más duras y se expresaban a través de formas compactas.

Uno de los temas favoritos son los animales de todo tipo, incluyendo los mitológicos como el «coyote emplumado», la «xiuhcóatl» o «serpiente de fuego», o la milenaria «Serpiente Emplumada».

Pero es en la escultura monumental de carácter oficial de los aztecas donde se produce el mayor desarrollo. Hay que tener en cuenta que el arte azteca fue un arte al servicio del Estado que transmitía, así, su visión del mundo para reforzar su propia identidad frente a otras culturas.

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Piedra del sol. Se trata de una talla en relieve que es un compendio de la concepción cosmológica del pueblo azteca.

Una pieza clave de la escultura azteca es la gran Coatlicue a la que plantea como un elemento fecundante y destructor al mismo tiempo.

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Coatlicue en náhuatl, significa “la que tiene falda de serpientes”. Esta obra se encontró en 1790 por los españoles a los que le pareció una figura demoníaca. La figura mide dos metros y medio y representa a la madre de los dioses, es decir, del Sol, la Luna y las estrellas.

Los talleres escultóricos se desarrollaron en las principales capitales indígenas, principalmente México-Tenochtitlan, Texcoco, y Calixtlahuaca. Legaron extraordinarias figuras escultóricas talladas en rocas volcánicas, el material preferido en el mundo mexica. Utilizan materiales como basalto, oro, piedras, cerámicas y madera y a veces decoraban las esculturas con pintura de colores o incrustaciones de piedras preciosas.

En el terreno de la Arquitectura, las ruinas aztecas encontradas indican una dominación de la grandeza frente a la calidad de los materiales.

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Templo mayor de Tenochtitlan

La arquitectura religiosa incluía el formato de los templos gemelos, con doble escalinata de acceso y dedicada a la representación dual de las divinidades que existía en Mesoamérica desde épocas remotas.

Otro modelo arquitectónico relativamente frecuente es la pirámide de planta circular dedicada a los santuarios del dios Ehécatl, deidad del viento.

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Ruinas de Tlatelolco

Otra construcción muy característica de los mexicas fue el tzompantli, estructura donde se acumulaban los cráneos de los sacrificados.

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Tzompantli en Chichén Itzá

En el terreno de la pintura, eran hechas en paredes de templos, tejidos o cerámica. Utilizaban colores fuertes y representaban escenas de la vida cotidiana, narraban batallas y rituales. El color es plano, sin matices o sombras, dando lugar a pinturas sin profundidad y que no respetan la proporcionalidad.

Los códices mexicas fueron un tipo de generó muy importante en la cultura azteca. Estaban realizados por los tlacuilos, artistas de élite, en un papel especial hecho de corteza de árbol, el amate. Los decoraban con una variedad de tintas con ricos colores y representaban a dioses, hombres importantes, animales, plantas y también hechos de la vida real.

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El Códice Fejérváry-Mayer, también llamado Códice Pochteca. El Tlacuilo o tlahcuilo es un término para designar, dentro de la historiografía del México antiguo, lo que hoy llamamos escriba, pintor, escritor o sabio. Los tlacuilos eran hombres hábiles en el dibujo educados desde niños para esta labor.

La plumería fue otra de las expresiones más originales de los aztecas. Las plumas eran clasificadas por tamaño, calidad y color, siendo las más apreciadas las verdes de quetzal, las rojas del tlauquecholli, y las azules turquesa del xiuhtótotl. Los artesanos dedicados a estas tareas se llamaban amantecas.

Los aztecas
Penacho de plumas de quetzal engarzadas en oro.  El centro del penacho está hecho con plumas azules del ave xiuh totol, y tejuelos de oro en forma de medias lunas con piedras preciosas. Sigue una zona rosa de plumas de tlauquechol y otra zona de plumas marrones de cuclillo, de donde sale una hilera de plumas verdes de quetzal.

El arte con plumas y metales preciosos era una forma de mostrar el estatus y el poder en la cultura azteca. Los objetos decorados con plumas y metales preciosos eran altamente valorados y se usaban en ceremonias y rituales. Además, estos objetos también se intercambiaban como regalos en ceremonias de paz y en actos diplomáticos.

Su nota distintiva, la fuerza que emanan sus representaciones propia del apego del hombre a una vida que va unida al propio devenir del Universo y a un corazón sometido a la gratitud eterna que sienten por sus dioses.

©️ imagen de portada cedida por legadoazteca.com . Imagen generada por IA. Legado azteca es una página que promueve la cultura y el legado de los aztecas para la cultura mexicana.

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Me llamo Yolanda. Soy Licenciada en Historia Contemporánea y en ocasiones trabajo en el sector de los Museos como Auxiliar de sala e Informadora. Pienso que el aprendizaje continuo es una virtud que debemos conservar y compartir. Si te atrae el arte, ARTEyalgomas.com es tu canal. Bienvenid@!

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